La letra Ñ vino al mundo allá por el siglo IX. Cuando las
lenguas romances empezaron a desarrollarse se encontraron con un sonido, nasal
palatal, que no tenía representación en latín. Para expresarlo, los copistas
empezaron a utilizar doble n, (annus), gn (agnus), o ni seguido de vocal
(Hispania). En el mismo texto podían aparecer escritas las tres formas, que
convivieron durante varios siglos. Algún esforzado monje copista de los que preferían
usar nn, para ahorrar tiempo, trabajo y pergamino, sustituyó la segunda n por una
pequeña vírgula sobre la primera, y la idea prosperó. Ya en el XIII, la reforma
ortográfica de Alfonso X el Sabio, se decantó por utilizar solo la ñ. Su uso se
extendió y en 1492, Antonio Nebrija la incluyó en la primera gramática del
castellano.
La ñ es una letra elegante, señorial, con sombrero; la
adoptaron el castellano y el gallego. Otras lenguas romances optaron por formas
más vulgares, gn en italiano y francés (spagnolo, spagnol), nh en portugués (espanhol),
ny en catalán (espanyol). Muchas lenguas indígenas de Hispanoamérica adoptaron
con cariño la ñ para expresar gráficamente los fuertes sonidos que tenían:
ñame, ñacundá, ñajo, ñato, ñeque, ñinga, ñengo, ñola, ñuco…
En 1991, la era digital puso a la ñ en peligro. La Comunidad
Económica Europea propuso eliminarla de los teclados porque en inglés no existe
ni en grafía ni en sonido. ¡Coño! ¡Vaya apaño! La comunidad hispanohablante, poseedora
de la segunda lengua materna más hablada del mundo, protestó. García Márquez ayudó:
“La ñ es un salto cultural de una legua romance que dejó atrás a las otras al
expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose
con dos”. Afortunadamente en 1993 el gobierno español la salvó acogiéndose al
Tratado de Maastricht, y sigue viva.
Gracias, Ñ, por:
Acompañar, acuñar, aguileño, albañal, antaño, añafil, añagaza,
añil, año, añojo, añoso, apaño, apiñar, araña, atañer, baño, bañar, barreño, bisoño,
boñiga, breña, Bretaña, bruñir, cabaña, calaña, calaño, campaña, campiña, caña,
cañada, cáñamo, cañamón, cañaveral, cañería, caño, carantoña, cariño, castaña,
castaño, Cataluña, ceñir, ceño, cigüeña, cigüeñal, cizaña, compañía, constreñir,
coña, coñazo, coño, corpiño, cuña, cuñado, cuño, cromañón, diseño, doña, empeñar,
empeño, empuñar, enseñar, ensoñación, espadaña, espadañar, España, español, estaño,
estreñimiento, extraño, garañón, garrapiñado, guadaña, leño, maña, mañana, madroño,
maño, maraña, marañón, migraña, miriñaque, montaña, moña, moño, muñón, musaraña,
niñez, niño, norteño, ñame, ñamería, ñiquiñaque, ñoclo, ñoño, ñu, otoño, paño,
pañoleta, pedigüeño, peldaño, pequeño, peña, pergeñar, pestiño, piña, piñata, piño,
piñón, plañidero, ponzoña, porteño, preñar, preñez, puñado, puñal, puñeta, puño,
redaño, reseña, retoño, riña, roña, ruiseñor, seña, señor, señora, señuelo, soñar,
sueño, sureño, taheña, teñir, toña, uña, vicuña, viña, viñeta, zanfoña. Y por muchas
más...
Una mañana de otoño, Iñigo Ñáñez, un risueño niño algo ñoño se
bañó en un extraño barreño.
En una cabaña de Bretaña, un español aguileño empuñó una
guadaña y con buena maña acabó con la cizaña del cañaveral.
Unas pequeñas musarañas se empeñaron en ir a la campiña por una
cañada entre montañas.
Una niña malagueña con pañoleta añil en el enmarañado moño taheño, empuñó
un puñado de piñones y los enseñó en una peña a un ñiquiñaque sureño.
¡Viva la Ñ!
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