lunes, 23 de agosto de 2021

Los sucesos de Kabul.

 Las terribles imágenes que nos llegan de la angustiosa situación que están viviendo muchas familias que intentan abandonar Afganistán para escapar de una matanza cierta, me ha hecho recordar unos sucesos muy parecidos que tuvieron lugar mucho más cerca de nosotros hace apenas seis décadas.  

En mi novela “Me quedé en Tánger” hago una somera relación de aquellos hechos.

 

“Cuando Francia reconoció la independencia de Argelia, salieron camino de la metrópoli 700.000 franceses. Demasiada gente de golpe para ser bien recibidos, la guerra había sido muy larga y había dejado muchos muertos por el camino, no los miraban con buenos ojos, no los consideraban auténticos franceses, eran otra cosa, eran pieds noirs.

Muchos de los que mantenían la nacionalidad española prefirieron distribuirse por la costa levantina. Los más recalcitrantes estuvieron aguantando hasta última hora, esperando sin esperanzas a que se produjera un milagro y pudieran permanecer en la tierra en la que llevaban tres generaciones, en la que habían nacido ellos y sus hijos, y en la que estaban enterrados sus padres y abuelos. Pero como era previsible no hubo ningún milagro, hace muchos siglos que ya no se producen.

Al final tuvieron que escapar precipitadamente. El 27 de junio de 1962 5.500 españoles se agolpaban en el puerto de Orán esperando a ser embarcados para huir de la masacre inminente. La revolución se había adueñado de las calles de Oran y todos los extranjeros eran considerados enemigos que había que eliminar. El gobierno español había enviado dos vapores, el “Virgen de África” y el “Victoria”, que esperaban en aguas internacionales el permiso de las autoridades francesas para entrar en el muelle.

Durante tres días el gobierno francés denegó la autorización con el consiguiente nerviosismo de las familias que se amontonaban presas de la angustia. El ejército francés mantenía acordonados los muelles con un fuerte dispositivo de protección, pero ya se habían comprometido con las nuevas autoridades en los plazos de la retirada. El 30 de junio sus tropas iban a ser acuarteladas y la gente que permanecía en el puerto quedaría indefensa. La situación era ya desesperada.

En el límite del tiempo, desde Madrid se envió un mensaje a París: “Si la vida de los españoles corre peligro intervendrá nuestro ejército”.

El gobierno francés no podía tolerar una intervención extranjera. Ese mismo día se concedió el permiso para que entrasen los dos barcos, atracaron poco después del mediodía y a las cuatro de la tarde los españoles partieron rumbo a Alicante donde llegaron a las dos de la madrugada. Aún hubo muchos que se quedaron en la ciudad. Hasta el 5 de julio centenares de europeos fueron asesinados en las calles de Orán.”

A pesar del éxodo masivo todavía se habían quedado en la ciudad varios miles de europeos. Según contaba el diario “El País” en su edición de 29/06/2012, estaba acordado que el 5 de julio de 1962 iba a proclamarse la independencia de Argelia, “pero horas antes los disparos en el transcurso de una manifestación de alegría de argelinos en la plaza de Armas de Orán, desataron primero el pánico y después una matanza de europeos perpetrada por el Ejército de Liberación Nacional, la resistencia armada argelina, y civiles espontáneos provistos de armas blancas. Dispararon contra las terrazas de los cafés, contra los automovilistas; hubo ejecuciones sumarias, secuestros, ahorcamientos y mutilaciones en plena calle hasta que, con horas de demora, el general francés Katz ordenó a sus 18.000 soldados que interviniesen. El balance de víctimas oscila, según las fuentes, entre 400 y 3.000 muertos y desaparecidos en tres horas.”

Los trágicos sucesos de Kabul tienen precedentes muy cercanos aunque nuestra memoria selectiva procure obviarlos. La naturaleza humana es olvidadiza pero redundante.

miércoles, 21 de julio de 2021

¿1984 o 2022?

 Eric Athur Blair, más conocido como George Orwell, publicó su novela “1984” en 1949, poco antes de su fallecimiento. En esa fecha, 1984 representaba un futuro lejano que el escritor imaginó amenazador para el ser humano, sombrío en cuanto a libertades individuales. Parece que se equivocó en la fecha, pero no tanto en la configuración de la sociedad futura. Resultan inquietantes las semejanzas que podemos encontrar entre los negros presagios de la novela y lo que estamos viviendo en 2022. El Estado imaginado por Orwell tiene un Ministerio de la Verdad que se dedica a manipular o destruir los documentos históricos de todo tipo para hacer coincidir el pasado con la versión oficial. Y por eso en la sociedad imaginada:

“El pasado había sido borrado, se había olvidado que había sido borrado y de ese modo la mentira se convertía en verdad.”

Porque el que manda sabe que:

“Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.”

Aquí tenemos una Ley que se parece mucho al Ministerio de la Verdad. Solo permite una verdad que es la oficial y para sostenerla se destruyen u ocultan monumentos y estatuas, se silencian y censuran documentos o se vituperan y desacreditan cualesquiera testimonios que disientan de la versión estatal, la única que puede ser tenida por cierta. Porque:

“La realidad existe solo en la imaginación. Aunque no en la imaginación individual, que es falible y perecedera, sino en la del Partido, que es colectiva e inmortal. Lo que el Partido diga que es cierto, es cierto. Es imposible ver la realidad si no es a través de los ojos del Partido.”

Orwell estuvo en Barcelona durante la guerra civil española. Vino para participar y tuvo que escapar apresuradamente antes de que lo mataran según cuenta en su novela “Homenaje a Cataluña”. En otro ensayo sobre esa guerra dice:

“Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían nada que ver con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente… En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas “líneas de partido”. Me parece que la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no solo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido.”

De las predicciones de su novela decía: “Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero sí creo que puede ocurrir algo parecido.”

Y está sucediendo.




sábado, 9 de enero de 2021

¿Democracia o plutocracia?

 Democracia es, según dicen los que saben, el gobierno del pueblo por el pueblo. Dicen también que el poder lo ejerce el pueblo a través de sus representantes. Pues habrá que concluir que la que llaman mayor democracia del mundo no se ajusta a la definición, y en consecuencia ninguna otra. En ningún lugar el poder lo ejerce el pueblo. Cada vez más lo que padecemos es una plutocracia. El poder está en manos de unos señores inmensamente ricos y por lo tanto con un poder desorbitado a los que nadie ha votado. Parece una función irrelevante ir cada cierto tiempo a depositar la papeleta en la urna. Twitter y Facebook han decidido eliminar las cuentas del presidente de la nación más poderosa porque existe riesgo de “incitar a la violencia”. Y se han quedado tan a gusto. O sea, dos señores particulares, mega archimillonarios pero particulares, deciden lo que está bien y lo que está mal, resuelven censurar y hacer callar al representante elegido por un conjunto de setenta millones de ciudadanos porque no les gusta lo que dice, o lo que es peor, lo que pudiera decir. Censura preventiva. Setenta millones de ciudadanos inermes ante dos plutócratas que controlan un poder omnímodo. El futuro ya está aquí y Orwell se quedó corto.