miércoles, 21 de julio de 2021

¿1984 o 2022?

 Eric Athur Blair, más conocido como George Orwell, publicó su novela “1984” en 1949, poco antes de su fallecimiento. En esa fecha, 1984 representaba un futuro lejano que el escritor imaginó amenazador para el ser humano, sombrío en cuanto a libertades individuales. Parece que se equivocó en la fecha, pero no tanto en la configuración de la sociedad futura. Resultan inquietantes las semejanzas que podemos encontrar entre los negros presagios de la novela y lo que estamos viviendo en 2022. El Estado imaginado por Orwell tiene un Ministerio de la Verdad que se dedica a manipular o destruir los documentos históricos de todo tipo para hacer coincidir el pasado con la versión oficial. Y por eso en la sociedad imaginada:

“El pasado había sido borrado, se había olvidado que había sido borrado y de ese modo la mentira se convertía en verdad.”

Porque el que manda sabe que:

“Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.”

Aquí tenemos una Ley que se parece mucho al Ministerio de la Verdad. Solo permite una verdad que es la oficial y para sostenerla se destruyen u ocultan monumentos y estatuas, se silencian y censuran documentos o se vituperan y desacreditan cualesquiera testimonios que disientan de la versión estatal, la única que puede ser tenida por cierta. Porque:

“La realidad existe solo en la imaginación. Aunque no en la imaginación individual, que es falible y perecedera, sino en la del Partido, que es colectiva e inmortal. Lo que el Partido diga que es cierto, es cierto. Es imposible ver la realidad si no es a través de los ojos del Partido.”

Orwell estuvo en Barcelona durante la guerra civil española. Vino para participar y tuvo que escapar apresuradamente antes de que lo mataran según cuenta en su novela “Homenaje a Cataluña”. En otro ensayo sobre esa guerra dice:

“Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían nada que ver con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente… En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas “líneas de partido”. Me parece que la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no solo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido.”

De las predicciones de su novela decía: “Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero sí creo que puede ocurrir algo parecido.”

Y está sucediendo.