jueves, 24 de enero de 2019

Idiotas al poder.


Ha llegado al poder en aluvión
una tropa de dispar, vario jaez,
que tiene por común la condición
de alardear de atributos de idiotez.
Llevan todos, su simpleza por blasón,
y expelen la mayor gilipollez
sin recato, ni pudor, ni discreción.
Y tan seguros están, en su sandez,
de ser émulos vivos de Platón,
que exhalan necedades cada vez.
Si los medios no prestaran atención
a tan gran demostración de estupidez,
les podrían inducir a reflexión,
y estos sandios de mentalidad de pez
se apercibieran de su limitación.
Digo yo, no sé, quizás, quizá, tal vez.

miércoles, 9 de enero de 2019

Y entonces apareció Vox.


Y entonces apareció Vox. Hasta hace bien poco, para los medios no existía, ni lo nombraban, pensando quizás que el ninguneo sería suficiente para evitar su presencia. Ahora, ante la constatación indubitable de su existencia se lanzan en masa a intentar denigrarlo, vituperarlo y demonizarlo; y en consecuencia, a denigrar, vituperar y demonizar a los cientos de miles de ciudadanos andaluces que les han votado. Pero Vox no ha caído de las nubes ni ha surgido de la nada como una aparición taumatúrgica. Lo único que ha hecho es recoger los deseos de una gran parte de la sociedad. De gente harta de que la estuvieran adoctrinando constantemente desde todas las televisiones y desde la mayoría de la prensa. Harta de que le dijeran lo que tenía que hacer y lo que tenía que pensar. Harta e indignada de que sistemáticamente se vitupere todo lo que representa la idea de España, sus tradiciones, su cultura, su identidad, y hasta su historia. Harta de que el segundo idioma más hablado en el mundo sea proscrito en una gran parte del territorio español. Harta de que se manipule la realidad en beneficio de unos cuantos. Harta de asistir inertes a la demolición de valores que consideran importantes, la familia, el derecho a la vida, la religión. Harta de que unas minorías vocingleras e influyentes quieran imponer sus intereses a una mayoría pasiva, silenciosa, y silenciada por los medios. Harta de que cualquier ignaro la desprecie y la insulte desde una pretendida y absurda superioridad moral. Harta de unos políticos incompetentes y cobardes que solo se preocupan de sus propios intereses y los de sus acólitos. Harta de que se manipulen los datos y las cifras siempre en el mismo sentido. Harta de soportar en silencio mentiras y eufemismos que intentan camuflar la realidad. Harta de sufrir humillaciones y desprecios de la parte que se ha apropiado de los altavoces y no deja que se les oiga. Y harta de estar harta, ha encontrado en Vox un medio para demostrar su hartazgo. Y como hay millones de ciudadanos que están hartos del pensamiento único impuesto por los medios, cuanto más demonicen a Vox, más votos tendrán.

martes, 1 de enero de 2019

El Semíramis


En junio del 41 el ejército alemán invadió la URSS. Inmediatamente en España se organizó la División Azul para apoyar a la Wehrmacht y miles de voluntarios se alistaron para ir a combatir en territorio ruso. En varias expediciones llegaron a marchar cerca de 50.000 hombres; alrededor de 5.000 murieron en el frente y unos 370 fueron hechos prisioneros. Estos últimos sufrieron cautiverio en campos de concentración, en pésimas condiciones, durante 12 años. Los mantuvieron presos hasta mucho después de acabarse la guerra, 115 no sobrevivieron. Los que lograron permanecer con vida tuvieron que esperar a la muerte de Stalin para que se les permitiera ser repatriados. Lo hicieron en un barco de nombre Semíramis, con bandera de la Cruz Roja, que zarpó de Odesa y arribó al puerto de Barcelona el 2 de abril de 1954, a las cinco de la tarde. Venían a bordo 248 prisioneros de la División; 19 marineros de los barcos que se encontraban en puertos rusos cuando estalló la Guerra Civil y que fueron incautados, quedando prisioneros los tripulantes; 12 aviadores de los que envió la República a formarse en el 38 y al acabar la guerra no se les permitió volver; 3 obreros republicanos de los que trabajaban en Alemania, prisioneros primero de los nazis, y después de los rusos cuando estos invadieron Alemania; y 4 niños, ya adultos, de los 3.000 que fueron a Rusia en el 37, que tampoco pudieron salir del país hasta que murió Stalin.

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EL INFIERNO DE LOS INOCENTES de [Molinos, Luis]