jueves, 28 de mayo de 2020

El mal bicho.

Si una manzana podrida

se rodea de otras sanas,

pronto todas las manzanas

se encontrarán corrompidas.

Si en un grupo inadvertido

introduces un mal bicho,

me reafirmo en lo antes dicho

el conjunto está perdido.

El mal bicho es ponzoñoso

todo lo que tiene cerca

lo contamina y lo infecta,

lo sano lo vuelve astroso.

Depredador obsesivo,

es un peligro fehaciente,

brutal y malevolente,

es sañudo y agresivo.

Evitad su compañía,

pudre todo alrededor,

es insufrible el hedor

si estás en su cercanía.

Nunca el bicho va a cambiar,

su condición le condena,

para evitar la gangrena

tan solo sirve extirpar.


miércoles, 20 de mayo de 2020

Expresiones taurinas.


“Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo, 
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.”

En Miguel Hernández, uno de nuestros más grandes poetas, está siempre presente el mundo del toro.
Federico García Lorca, otro enorme poeta adorado por la progresía, era curiosamente un absoluto enamorado de los toros.” Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, a la muerte de su amigo, es una cumbre de la poesía del siglo XX. “A las cinco de la tarde, eran las cinco en punto de la tarde…”
En una entrevista dijo: “El toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que la fiesta de los toros es la más culta que hay hoy en el mundo. Es el drama puro en el cual el español derrama sus mejores lágrimas y sus mejores bilis. Es el único sitio a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza.” Ahí queda eso.
Picasso fue otro apasionado de los toros como así lo atestiguan muchas de sus obras.
Ahora, lo que se autodenomina el “mundo de la cultura”, abomina de los toros, y en consecuencia, en parte de esa antigua cultura. ¡O tempora, o mores!

Dejando aparte la discusión ideológica, siempre resbaladiza, lo que no se puede discutir es la influencia del mundo taurino en nuestro lenguaje cotidiano. Hay multitud de expresiones que utilizamos habitualmente en nuestras conversaciones, seguramente sin tener conciencia de que se las debemos al ahora tan denostado mundo.
Tenemos innumerables señales de la influencia de la fiesta de los toros en el habla común. Para muestra estos botones:

Por un lado están las expresiones que manifiestan sin ambages la referencia taurina:
A ese le gusta ver los toros desde la barrera.
A mí no me torea nadie.
¡Ánimo!, al toro que es una mona.
A toro pasado, cualquiera se hace el valiente.
¡Cuidado!, que nos coge el toro.
Hasta el rabo todo es toro.
Hay que coger el toro por los cuernos.
Ponerse de grana y oro.
Ponerse detrás del burladero.
Ponerse hecho un toro.
Recibir una cornada.
Tener vergüenza torera.
Temerle a alguien más que a un miura.
Saber torear un problema.

Hay otras en que su relación no se evidencia con tanta nitidez:
Arrimarse a tablas.
Dar la alternativa (a Fulano).
Dar la puntilla (a Zutano).
Dar una espantada, o la espantá.
Echar un capote.
Entrar a matar.
Entrar al trapo.
Escurrir el bulto.
Estar hasta la bandera (un recinto).
Hacer un desplante (a Perengano).
Hacer el paseíllo.
Hacer una buena faena.
Lanzar un puyazo.
¡Música, maestro!
Ponerse el mundo por montera.
Quedar para el arrastre.
Recibir un revolcón.
Rematar la faena.
Ser (algo) de bandera.
Tener mano izquierda.

Otras hay, que a lo mejor agradecen una explicación:
A las primeras de cambio.
Hace referencia a los momentos inmediatamente posteriores al cambio del capote de paseo por el de brega.
Atarse bien los machos.
Los machos son las cintas que sirven para ajustar la taleguilla, el pantalón de los toreros. Hay que apretarlos bien para no tener un disgusto durante la lidia. Hace referencia a prepararse a conciencia para enfrentar una situación complicada.
Cambiar de tercio.
Tercios, partes en que se divide la lidia. Cambiar de conversación o de acción.
Cargar la suerte.
Colocarse bien al dar un pase y mandar en el toro. Hace referencia a cuando alguien fuerza la situación para imponerse a otro.
Cortarse la coleta.
Cuando se retira un torero se corta la coleta en público, primero de verdad y después simbólicamente. Se dice cuando alguien se retira de alguna actividad.
Crecerse en el castigo.
El toro bravo, de buen trapío, al sentir dolor acomete con más fiereza. Hace referencia a los que no se arredran ante las dificultades.
Dar el quiebro.
Quebrar la embestida es evitar el golpe de los pitones con un movimiento ágil, sobre todo en la suerte de banderillas. Esta expresión la ha heredado el fútbol.
Dar largas.
Una larga cambiada es un lance en que el torero mueve la capa con amplitud para darle salida al toro esquivando la embestida. Se usa para expresar que damos excusas para evitar hacer algo que no deseamos.
Estar de capa caída.
Cuando el torero sostiene la capa con los brazos caídos no está en actitud de enfrentarse al toro. Se hace extensivo a cuando alguien está desanimado o indolente, sin ganas de encarar los problemas.
Estar en capilla.
Justo antes de saltar a la plaza, los toreros pasan por la capilla a rezar. Se refiere a cuando alguien se encuentra en un momento inmediato a un hecho importante.
Estos (o aquellos) son de aúpa.
Los de aúpa eran los picadores, por ir encima de los caballos. Se les solía criticar por excederse en su cometido de castigar a los toros con los puyazos. De ahí ha quedado como expresión de ser “de cuidado, de mala condición, violento, desagradable”, según el DRAE.
Pasarse de castaño oscuro.
Se tenía por cierto que el toro de pelaje castaño era siempre de gran bravura y exigía lo mejor del torero. Si se pasaba, si su color era aún más oscuro, se suponía que podía ser muy problemático para el diestro.
Quedarse mirando al tendido.
Preocuparse de lo secundario, los espectadores, y no centrarse en lo importante, el toro.

En fin, son innumerables las expresiones que utilizamos en nuestras conversaciones diarias:
En corto y por derecho.
Estar al quite.
Hasta la bola (del estoque).
Ir de farol (tipo de pase por alto).
La hora de la verdad.
La suerte suprema.
No hay quinto malo.
Parar los pies.
Pinchar en hueso.
Primeros espadas.
Salir por la puerta grande.
Ser bravo o manso.
Ser una figura.
Ser un espontáneo.
Si el tiempo no lo impide.

Hay, por último, las expresiones que hacen referencia concreta a algún torero.
A esta reunión no ha venido ni el Tato.
Antonio Sánchez, “el Tato”, torero sevillano, 1831-1895. Cuentan que en su época de mayor gloria estaba en todos los carteles, no se perdía una corrida, de ahí la expresión, si no estaba “el Tato” era como si no hubiera nadie. El 7 de junio de 1869, al entrar a matar, el toro “Peregrino” le corneó en la pierna, se gangrenó la herida y hubo que amputarla. Según las crónicas no permitió que se le anestesiara y soportó la amputación en vivo y fumándose un puro. Da una idea de la pasión que levantaban en aquella época los toreros que la pierna cortada estuvo expuesta durante años, conservada en alcohol, en el escaparate de una botica madrileña.
Quedar como Cagancho en Almagro.
Joaquín Rodríguez Ortega, “Cagancho”, torero sevillano y gitano,1903-1984. Alternó faenas geniales con alguna tarde nefasta. El 27 de agosto de 1928, en Almagro, en el sexto de la tarde, después de pinchar al toro por todo su cuerpo innumerables veces, le sonaron los tres avisos para devolverlo al corral mientras intentaba matarlo sin salir de la barrera. El torero abandonó la plaza escoltado por la Guardia Civil y hasta tuvo que intervenir un destacamento de Caballería del Ejército para apaciguar la indignación del público. Su actitud provocó una de las mayores broncas que se recuerdan.
Tener más valor que el Guerra.
Rafael Guerra Bejarano, “Guerrita” o “el Guerra”, torero cordobés, 1862-1941. Uno de los grandes de la historia del toreo. Autor de la famosa anécdota con Ortega y Gasset. Cuando le presentaron al hombre de letras le preguntó que a qué se dedicaba y al responder este que era filósofo, el diestro, estupefacto, exclamó: “¡Hay gente pa tó!”.
Hacer el Tancredo.
O hacer de Don Tancredo. Lance taurino que consistía en esperar la salida del toro en mitad del ruedo subido en un pedestal y no mover ni un músculo para no despertar su atención. Generalmente el actuante iba vestido de forma estrafalaria y totalmente pintado de blanco. A pesar de su inmovilismo los Tancredos sufrieron numerosas cogidas. Esta expresión la ha heredado el fútbol para cuando el portero encaja un gol por quedarse quieto.

A toda esta cantidad de expresiones de origen taurino habría que añadir otras muchas que olvido. La profusión de términos da una idea de la enorme importancia social que ha tenido la fiesta de los toros.    

El piloto adecuado en momentos críticos


El piloto adecuado para un momento crítico.

El 15 de enero de 2009, a las 03,08 p.m., un avión de la compañía US Airways, con 150 pasajeros a bordo, despegó del aeropuerto La Guardia de Nueva York con destino Charlotte, en Carolina del Norte. La visibilidad era buena, el viento suave y la temperatura de 7º C. Todas las variables presagiaban un vuelo sin sobresaltos.
A los pocos segundos de elevarse el avión, una bandada de gansos se cruzó en su trayectoria. Al menos una de las aves fue absorbida por la turbina derecha y el motor explosionó. El comandante de la aeronave tuvo que dilucidar en unos breves segundos cual era la decisión más conveniente. Determinó que los daños provocados en el avión no le permitían regresar a la pista y que la única posibilidad de supervivencia era intentar amerizar sobre las aguas del río Hudson. La operación de amerizaje para una aeronave de las características del Airbus 320 es de extrema dificultad. Si en el momento del contacto con el agua, la velocidad o el ángulo de inclinación no son los adecuados, el avión se hundirá inmediatamente o rebotará en la superficie y saltará en pedazos. El comandante, antiguo piloto de cazas durante la guerra de Vietnam, con cuarenta años de experiencia en la aviación comercial, y experto en seguridad aérea, realizó la arriesgada maniobra con absoluta precisión y logró que el aparato se posara sobre la superficie del río. La tripulación, experimentada y competente, contribuyó a que el pasaje soportara la tensa situación con la adecuada disciplina. Los servicios de emergencia funcionaron con parecida competencia, los 150 pasajeros y todos los tripulantes fueron rescatados sanos y salvos de las frías aguas del río Hudson antes de que el aparato se hundiera en sus profundidades.
No hay ninguna duda de que el comandante John Walker, era la persona idónea para estar a los mandos en una situación de extremo riesgo.

España es un gran avión al que una inmensa bandada de virus le ha quemado un motor. El comandante ni es antiguo piloto de cazas, ni tiene cuarenta años de experiencia, ni es experto en seguridad aérea ni en ninguna otra cosa. Hay incluso quien dice que el título de piloto lo obtuvo de manera incierta. Le encanta volar pero sobre todo le encanta mirarse en el espejo con su gorra de plato y sus gafas de aviador. El copiloto, directamente lo que desea es estrellar el aparato. Él ya se ha provisto de un buen paracaídas para saltar antes del impacto. La tripulación está mal preparada y es incompetente, en vez de atender y calmar al pasaje se dedica a encrespar los ánimos de los cada vez más aterrados viajeros. Los del ala derecha y los del ala izquierda del avión han empezado por insultarse y ya se están lanzando toda clase de objetos sin que nadie de la tripulación contribuya a serenar la situación, más bien al contrario. Hay que ser muy optimista o muy ingenuo para suponer que la nave va a conseguir aterrizar sin sufrir enormes daños.    

Ya lo dijo el poeta:
Por razones bien ignotas,
el más prudente mortal
infravalora el gran mal
que origina un simple idiota.
Si el susodicho pilota
un avión descomunal,
es cálculo elemental
que la nave acabe rota.
¡Ay!, ¡gente desprevenida!
Un tonto, lo es para rato;
si ponéis hacienda y vida
en manos de un mentecato,
auguro, no una caída,
¡Un morrón de campeonato!