jueves, 23 de agosto de 2018

Franco y el Principio de Peter.


Decía el gran filósofo Peter que, en una organización suficientemente grande, todos tendemos a ascender hasta llegar a nuestro nivel de incompetencia. No hay organización más grande que la burocracia de un Estado y España está en primera línea en cuanto a estructura funcionarial. Así, como el Principio de Peter es incuestionable, vemos cómo la mayoría de puestos importantes se van ocupando por absolutos incompetentes. Una vez pasada la primera euforia de verse ubicado en un gran despacho, con un sueldo colosal y una ingente multitud de ayudantes y asesores, el ungido por el dedo de la divina burocracia, seguramente sentirá el deseo de demostrar al mundo que su ascenso es totalmente merecido. Cuando su legítima ilusión se da de bruces con la cruda realidad y percibe que hay asuntos que parecen enormes montañas imposibles de escalar, el susodicho se busca rápidamente otras colinas más accesibles donde pueda poner su huella y así justificar ante sí mismo y ante los demás su meteórica promoción.        
A lo mejor es por el Principio de Peter por lo que ante problemas como la invasión masiva y descontrolada de nuestras fronteras, o la viabilidad de las pensiones, o la amenaza de quiebra del país, la mayor y más urgente preocupación de las autoridades se centra en la tumba de alguien que lleva casi 50 años sepultado.

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