La
Guardia Civil ha presentado el balance de su actividad en montaña del año 2017,
y nos hemos enterado de que hasta ese momento llevaba rescatadas a 554 personas
que se encontraron en dificultades al no poder superar por sí mismas la
aventura que habían emprendido. Entre ellos no deja de sorprender el caso de
dos jóvenes independentistas que se vieron obligados a reclamar el auxilio de los
GREIM (Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña). Ocurrió en el
pasado mes de junio, los dos intrépidos aventureros decidieron, en un acto de
valor sin parangón, que debían colocar una estelada en lo más alto del Pico del
Alba, en la provincia de Huesca. Sin duda es una acción de gran heroísmo entrar
en territorio enemigo y colocar una bandera en la cima de una montaña. Una gesta
de esa dimensión tiene forzosamente que añadir nuevos acólitos a la causa. Pero
hete aquí que a los valientes alpinistas les debieron faltar las fuerzas y
quedaron atrapados antes de coronar la cima. La familia, ante la falta de noticias,
no tuvo más remedio que pedir ayuda a la Guardia Civil, nada menos. A ese mismo
odioso cuerpo que han estado reprobando, insultando, expulsando de los hoteles,
montando caceroladas para evitar que descansaran, acosando a sus niños en los
colegios, y demás hostigamientos que todos conocemos. Me imagino el sufrimiento
de las familias, si también son independentistas, al tener que superar el difícil
trance de demandar ayuda al enemigo. Y supongo que los heridos aceptarían el auxilio
que les llegaba con mohín desdeñoso y “por imperativo legal”, igual que acatan otras
cosas. El caso es que debido a la demora en dar aviso, la oscuridad se les echó
encima y los dos jóvenes debieron pasar la noche en la montaña, porque hasta el
amanecer no pudo operar el helicóptero de salvamento. Pudieron soportar las
bajas temperaturas de las cumbres gracias a la bandera que llevaban, que les
sirvió para abrigarse del frío. Esa creo que es la moraleja de la historia. Una
bandera siempre es una bandera, por mucho que la vituperen algunos infames que
llegan a calificarla de trapo. He ahí la prueba de que una bandera puede
salvarte la vida.
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