Como
sin querer la cosa
declaró
la independencia
y
con cobardes urgencias
puso
pies en polvorosa.
Con
insólita presteza
corre
a esconderse a Bruselas;
pero más
que correr, ¡vuela!,
para
escapar de la jueza.
De
quien dice que ha fundado
una
república nueva,
es
sorprendente y subleva,
que
a otro reino haya escapado.
En
su vergonzante huida
para
escabullir la ley,
no
le importa que otro rey
le
brinde amable acogida.
Ni
tampoco le importaba
que
otros varios de los suyos
fueran
a dormir al trullo
mientras
él se evaporaba.
Con
quien no tiene valor
para
afrontar sus acciones
huelgan
las contemplaciones,
cuanto
más lejos, mejor.
El
presunto delincuente
es
parte de esa calaña
que
quiere quebrar España.
Cismáticos,
mala gente.
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