En la película de 1996 “Mars Attacks!”, hay una escena en que el general en jefe de las fuerzas de EE.UU. se enfrenta al embajador de los marcianos. El militar se pone a amenazar furibundamente a los invasores y les advierte que va a destruirlos con su potencial bélico, pero debido a alguna artimaña del visitante, se va haciendo más pequeño a medida que grita intentando intimidarlo. Cuánto más grita más pequeño se vuelve, y llega a hacerse tan diminuto que el malvado marciano no tiene más que pisarlo y restregar la suela sobre él como si de una colilla se tratara. Queda claro que el militar es un idiota inconsciente que sobrevalora su poderío y desconoce por completo el del contrario. Vamos, un auténtico cretino.
No
sé por qué, me viene a la mente esta escena cada vez que veo y oigo al fugitivo
de Bruxelles, o de Brussel, amenazar con esto o aquello. A veces el
subconsciente nos plantea extrañas semejanzas.
Si
me preguntan por qué digo Bruxelles o Brussel, en vez de Bruselas, si estoy
redactando en español, no lo sé. Por lo mismo que todos dicen Lleida o Girona,
en vez de Lérida o Gerona cuando hablan o escriben en español. O sea. Pues eso.
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