-¿Tu abuelo trabajó junto a Hasday
Ben Shaprut? -inquirió el viejo con asombro-, no te había oído comentar eso
antes.
-Así es en efecto -respondió
Samuel-. Yo mismo no lo supe hasta hace bien poco porque mi padre no me lo
había revelado nunca. De hecho procura no hablar apenas del abuelo, sus
relaciones se rompieron desde que se negara a aceptar la mujer que le tenían
comprometida y ya nunca más se volvieron a reanudar. Sólo cuando comprobó que
yo me interesaba abiertamente por la medicina me confesó que mi afición se
debería tal vez a mis antecedentes. Yo no tuve la suerte de conocerlo pero por
lo que me contaron deduzco que debió ser un auténtico hacán.
-Muchos consideran a Ben Shaprut el
médico más grande del último siglo.
-Efectivamente, y mi abuelo estuvo
con él muchos años colaborando intensamente. Hasta lo acompañó a tierras de los
cristianos cuando acudió allí a sanar a Sancho el Grueso, el nieto de la reina
Toda.
-Aquél fue un hecho extraordinario -asintió
Abdelaziz en tono reverencioso.
-Así me lo contaron. Era tal la
obesidad de Sancho que se mostraba incapaz de subir a su caballo. Era un inútil
total para la vida cotidiana, pasaba la mayor parte de las horas acostado sin
poder levantarse y Ben Shaprut consiguió devolverle la salud, según me
aseguraron con la muy eficaz colaboración de mi abuelo.
Ahmed los miró asombrado.
-¿Se puede saber por qué estamos
hablando de un gordo en vez de prepararnos para el trabajo? -exclamó
indignado-. La princesa nos ha transmitido las urgencias que la angustian y
nosotros nos entretenemos en hablar de no se qué grasiento cristiano. ¿Es que
hemos perdido el juicio?
-No estamos hablando de un gordo
sino de un sabio que sanó a un gordo -dijo Samuel con calma-, pero vayamos a tu
princesa si lo prefieres, ¿es que es hora ya de emprender ese trabajo tan
importante?
-Así es -asintió Tomás-, y después
de habernos hecho esperar durante mucho tiempo sin la menor noticia, ahora
desea que iniciemos la labor inmediatamente y que esté concluida en tres
semanas, un plazo realmente difícil de cumplir. ¿Sigue en pie tu oferta de
ayuda?
-Desde luego, podéis contar
conmigo. Me vendrá bien para reposar las muchas enseñanzas que intentó inculcarme
el sobrino de Ben Shaprut.
-¡Vaya! -observó Ahmed con cierta
sorna-, nuestro amigo judío se va a dignar acompañarnos en tareas menores para
dejar que su cerebro descanse de tanta función superior.
-No quise decir eso, mala víbora.
Tan solo que estoy encantado de poder ayudar.
-Está bien -cortó el viejo-.
Pongámonos a trabajar que hay mucho por hacer.
Fragmento de "La perla de al Ándalus", novela histórica que se desarrolla durante los años 1009 y 1013, período en el que se inició el declive del Califato.
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