Para ejercer
de político, o sea, para vivir a costa de injerirse en la vida de los demás, no se exigen unos
determinados conocimientos. No es necesario pasarse unos años preparando unas
oposiciones ni hay que superar ningún examen. No se requiere acreditar un
brillante currículo, ni tener don de gentes, ni ser un gran orador, ni
demostrar una experiencia previa, ni saber idiomas, ni evidenciar una concreta capacidad
en alguna faceta de la vida. Basta con conocer a alguien que ya esté instalado
en un partido para que le incluya en alguna lista.
No obstante,
es muy conveniente manejar con soltura una serie de locuciones con las que
impresionar al auditorio sin que se note que no tiene ni idea de lo que está diciendo.
Anoto a
continuación algunas de esas magníficas frases:
Tengo el
absoluto convencimiento de… (lo que sea).
Da igual de
qué se esté hablando. Es indiferente si se está afirmando o negando algo. Lo
importante es que el vulgo comprenda inmediatamente que el político está convencido
absolutamente de lo que dice. Al pronunciar la frase hay que enfatizar
“absoluto”, para dejar bien claro que el que habla está en posesión de la
verdad.
Es un
escenario que no he contemplado.
También
puede decir, si quiere dejar patente que domina los matices:
Es un
escenario que no he barajado.
Es una
respuesta muy útil para cuando no se quiere contestar a una pregunta incómoda.
Denota que el político observa los acontecimientos con el rigor de un
realizador de cine. Cuando se le presenta un problema lo sitúa en el escenario
adecuado donde encontrar la solución más ventajosa para el pueblo. En este caso
aún no lo ha situado en el escenario y por lo tanto no tiene todavía la
solución.
Lo que
este país necesita es… (lo que sea).
Muy
importante. Hay que declamarla con mucha convicción. Demuestra que el político
no tiene ni la menor duda de lo que es mejor para el pueblo. Es fundamental el matiz “este país”, si dice usted “España” puede ser catalogado de retrógrado
o fascista. Diga siempre “este país” que queda mucho más progre. Esta frase suele
ser más adecuada para los que están en la oposición. Saben perfectamente lo que
necesita el país pero no les dejan demostrarlo. El que está gobernando debe
utilizarla con mesura, corre el peligro de que le digan: “Si lo sabe ¿por qué
no lo hace?”.
Tengo
plena confianza en la honorabilidad de mi compañero.
Imprescindible
en el hipotético caso de que algún colega de partido sea pillado con las manos
en la masa. Ya sé que es raro pero podría llegar a ocurrir. Hay que decirla con
el rostro imperturbable, espere a estar completamente seguro de que no le ve
nadie para soltar la carcajada.
Es más lo
que nos une que lo que nos separa.
Esta debe
utilizarse cuando algún compañero se intenta saltar las consignas del grupo.
También es oportuna para cualquier problema con los independentistas.
Hay que
hacer un ejercicio de responsabilidad.
Esta es muy
adecuada para casos de petición de dimisión. Se puede utilizar tanto para reclamar
como para rechazar, ya se trate de algo que nos afecta a nosotros o nuestro grupo,
o a alguien de un grupo adversario. El ejercicio de responsabilidad puede ser
para exigir la inmediata dimisión (es
muy importante que sea inmediata) de alguien, y que el interfecto asuma los
errores cometidos, o para aferrarnos al cargo alegando que cumpliremos con
nuestro deber a cualquier precio y que estamos dispuestos a soportar cualquier
sacrificio.
No me va
a temblar el pulso para... (lo que sea).
Me temo que esta
frase la han rescatado del pasado, me suena que la pronunciaba con asiduidad un
antiguo gobernante. Es necesario que el que la pronuncie tenga un cargo de autoridad
desde donde tomar decisiones, si no podría resultar grotesco. Con esta frase se
deja claro que el pueblo está en buenas manos, firmes y sin tembleques. Los
mandados pueden descansar tranquilos, el que manda tiene el pulso fuerte y los
conducirá por la senda más conveniente.
No es el
momento de… (lo que sea).
En este caso
“lo que sea” es evidentemente molesto para el que la pronuncia, así que hay que
aplazarlo indefinidamente. Repitiéndola con frecuencia el momento nunca
llegará.
Estamos siguiendo la hoja de ruta.
Si alguien
quiere saber qué está haciendo conteste con esta frase. No se preocupe por
saber que hoja es esa, ni siquiera si existe, nadie le va a preguntar. Basta
con que diga la frase con convencimiento, el pueblo entenderá que usted va por
una ruta que conoce bien y que no se va a perder; se sentirá confiado.
Hay muchas más, pero
con estas ya puede empezar a desarrollar su sacrificada e impagable labor.
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