TRATADO DE IDIOTOLOGÍA
Según el DRAE, idiota es “el que padece idiocia”, “trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en la primeras edades de la vida”. Yo diría que más que deficiencia es alteración con relación a los no idiotas, y es congénita, no se adquiere, se viene con ella al mundo. Aunque tal vez podría producirse por contagio. Hay que investigar más.
Estupidez lo define como, “torpeza
notable en comprender las cosas”. Tampoco estoy de acuerdo, no es eso, un
idiota puede ser muy rápido en comprender, sólo que de manera distinta a los no
idiotas.
No es lo mismo decir tonto que
tóóónto, al enfatizar la primera “o” estamos expresando que la persona aludida
no es tonta sino idiota, que es diferente. Se trata de un tonto que hace daño,
ya sea a los demás, que es lo habitual, o incluso a él mismo. Ya explicó
Cipolla que el estúpido es una persona que perjudica a todas las demás sin
obtener ningún beneficio para él mismo.
En todas partes, independientemente de
la raza, el color, el desarrollo social, el nivel económico, o cualquier otra
circunstancia, el número de nacimientos de hembras y varones es sensiblemente
el mismo. Eso parece demostrar que nuestra especie está programada para perpetuarse.
Si sólo nacieran hombres o mujeres la especie habría desaparecido hace tiempo.
Esto ya lo descubrió hace tiempo la
filosofía oriental. La naturaleza quiere guardar un equilibrio en todas sus
manifestaciones. Noche y día, frío y calor, masculino y femenino, el yin y el
yang.
Este equilibrio se manifiesta de igual
manera a la hora de la elección de opciones políticas. Las circunstancias que
llevan a alguien a simpatizar con lo que se ha dado en llamar las izquierdas o
las derechas, y en consecuencia a votar a unos u otros llegado el caso, nada
tiene que ver con el razonamiento. Si así fuera jamás habrían accedido a las
presidencias sujetos como los que vemos por doquier. La gente simpatiza con una
u otra opción por cuestiones puramente genéticas. Son opciones viscerales nada
perturbadas por un mínimo análisis. Sólo son producto de su naturaleza.
Tres grandes filósofos del siglo XX
han investigado en las raíces del comportamiento humano y nos han abierto
campos del conocimiento. Estos son Peter, Murphy y Cipolla. Los tres han
llegado a conclusiones semejantes partiendo de distintos sujetos de
investigación. Los tres han intentado entender por qué en un mundo racional se
dan comportamientos aparentemente irracionales en personas que han alcanzado un
estatus social considerable.
En primer lugar debemos aclarar que no
es que el fenómeno se manifieste exclusivamente en personas preeminentes sino
que precisamente por la trascendencia de estos sujetos su comportamiento se
hace más notorio, pero se puede afirmar que estos especimenes están en todos
los niveles de la sociedad.
Esta afirmación parecería contradecir
el principio de Peter pero no es así. Ya nos advirtió el gran maestro que se
puede alcanzar el N.I. (nivel de incompetencia) en cualquier escalón de la
pirámide social. Hay quien no pasa del primer escalón y hay quien necesita
llegar a la cumbre. Por eso encontramos idiotas tanto en personas de poca
capacidad como en las de un gran nivel intelectivo.
Peter intenta explicar estos
comportamientos acudiendo a la idea de que las personas han alcanzado un nivel
para el que no están capacitadas y por lo tanto las acciones que cometen son
erróneas.
Cipolla lo explica desde el punto de
vista genético, hay una parte de la humanidad que está fabricada para cometer
errores que perjudican al resto.
Murphy lo achaca a fuerzas ocultas.
Si asumimos que la Creación es un
trabajo perfecto o al menos de un altísimo nivel de calidad, con los estándares
de calidad que tenemos, el hecho de la existencia del idiota y además en
cantidades considerables, no podemos contemplarlo como un error en la cadena de
selección, sino que tenemos que intentar encontrar las causas que motivan su
existencia. Debemos analizar la circunstancia con la certeza de que esos
individuos existen para beneficio de la humanidad en su conjunto.
La observación metodológica nos
permite enunciar algunos postulados:
1-
Es
inútil intentar comprender el comportamiento de un idiota.
2-
Es
inútil intentar prevenir las negativas consecuencias del comportamiento de un
idiota.
3-
Las
consecuencias del comportamiento de un idiota siempre son negativas para los no
idiotas.
Para intentar indagar en las razones
de su comportamiento siempre vamos a utilizar la lógica que aplicamos al resto
de los humanos, a los no idiotas, y por lo tanto no podremos llegar a ningún
resultado. El idiota no se rige por ninguna lógica, al menos por ninguna que
conozcamos. Si sus acciones obedecen a un sistema consecuente es algo que
desconocemos por completo y por lo tanto no podemos aplicar ningún método de
análisis. Sus acciones resultan de todo punto impredecibles. Lo único que
podemos afirmar es que siempre resultarán negativas para el resto de los
humanos.
La pregunta que nos asalta es: ¿Por
qué la naturaleza promueve la existencia de unos componentes que son
perjudiciales para el conjunto? Siendo la naturaleza un organismo que comete
muy pocos errores, ¿qué motivos tiene para generar estos elementos en
apariencia nocivos, y en número tan significativo?
A lo largo de la historia muchos
pensadores han intentado desentrañar este misterio tan inquietante sin llegar a
ninguna solución. Todos acabaron en conclusiones derrotistas.
Ya la Biblia dice que “stultorum
infinitus numerus est”, “el número de idiotas es infinito”, como nosotros somos
finitos, nuestro cerebro no puede entender la noción de infinito, por lo tanto
debemos suponer que lo que quiere decir la frase es que mientras exista la
humanidad seguirá poblada de un número altísimo de idiotas.
Friedich Schiller dijo: “Contra la
estupidez, los propios dioses luchan en vano”.
Gustave Flaubert decía: “La estupidez
es una roca inexpugnable, todo lo que da contra ella se despedaza”.
Rodolfo Wilcock, en la introducción de
la edición italiana de “Dictionaire des idées reçues” de Gustave Flaubert,
asegura que:
“A lo largo de la vida de Flaubert, la
imagen de la Estupidez arrastrada por la poderosa marea de los tiempos continuó
creciendo a sus ojos, no solo como atributo imposible de erradicar de la
especie humana, sino en cuanto a Poder Cósmico, éter que rodeaba a toda palabra
dicha, del cotilleo de los entremetidos a las conferencias de los académicos,
los llamamientos de los políticos y los preceptos de los farmacéuticos, las
imágenes de los poetas y los protocolos de los científicos”.
Konrad Adenauer dijo: “Si el Creador
puso tan graves límites a la inteligencia humana, parece injusto que no haya
puesto también límites a la estupidez humana”.
Alejandro Dumas hijo aseguraba: “Prefiero
los malvados a los imbéciles, porque aquellos al menos dejan algún respiro”.
Anatole France insiste en el concepto
de infinito: “Nada es infinito en el universo salvo la estupidez de los hombres”.
Baltasar Gracián es más cáustico: “Son
tontos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen”.
Molière dijo: “Un tonto ilustrado es
más tonto que un tonto ignorante”. (Están en todas partes)
Montaigne: “Nadie está libre de decir
estupideces, lo grave es decirlas con énfasis”. (¿Le recuerda a alguien?)
Ortega y Gasset: “Una estupidez no se puede
dominar si no es con otra”. (Efecto dominó)
La Rochefoucauld: “Se puede ser necio
teniendo talento, pero jamás teniendo juicio”. (Entendiendo por juicio el
razonamiento de los no necios)
Saint-Exupery: “Ser necio de
nacimiento es una enfermedad incurable”. (Todos los idiotas lo son de
nacimiento, luego incurables)
George Bernard Shaw: “La osadía de los
tontos es ilimitada, y su capacidad para arrastrar a las masas, insuperable”.
(Abundan entre los políticos)
Paul Henri Spaak: “La estupidez es la
más extraña de las enfermedades, el enfermo nunca sufre, los que de verdad la
padecen son los demás”.
Refranero popular:
Lo que natura no da, Salamanca no
presta. (De nada sirve ilustrarse)
El maestro Ciruela, que no sabía leer
y puso escuela. (Hay muchos enseñando)
Quien tonto nace, tonto se yace.
(Abunda en que es para toda la vida)
En vez de dejarnos arrastrar por el
abatimiento intentemos analizar el asunto desde un punto de vista positivo. El
hecho incuestionable es que la estupidez está ahí y debe ser por algo. Si forma
parte significativa del equilibrio del universo tendremos que encontrar su
razón de ser. No es razonable pensar que se debe a un error del Orden Supremo.
Si existe y no es posible erradicarla se debe sin duda a que su concurso es
necesario para mantener el buen funcionamiento del conjunto. Es necesario
seguir investigando.