viernes, 4 de octubre de 2024

Pedir perdón.



 La señora Presidenta de México exige, al igual que su antecesor, que Felipe VI pida disculpas en nombre de todos los españoles por lo que hicieron nuestros ancestros hace 500 años. La señora Presidenta dice que Hernán Cortés, junto a trescientos españoles de a pie, 12 caballos y unos cuantos perros, conquistó un Imperio bien desarrollado causando un genocidio de varios millones de ciudadanos. A primera vista podría parecer una boutade de las muchas que dicen los dirigentes de cualquier país, personajes que por algún misterio insondable se erigen en conductores de sus congéneres sin las debidas cualidades para hacerlo. Eso pasa en prácticamente todos los países, desde los más cercanos a los más alejados. Parece condición humana el dejarse conducir por los menos adecuados y México no es una excepción.

Sin embargo un análisis más minucioso de la cuestión podría llevarnos a concordar con la reflexión de la señora Presidenta. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad, si no el mayor del que derivan todos los otros, es la superpoblación descontrolada. En 1900 el mundo tenía 2.000 millones de habitantes. Hoy sobrepasamos ampliamente los 8.000 millones y crecemos cada vez más deprisa. Hay quién dice que esta es la principal causa del calentamiento global y de todos los otros males que amenazan a la especie humana, incluida la falta de alimentos para tanta gente. Hernán Cortés interrumpió una sociedad que se comía a sus vecinos. Los aztecas organizaban una especie de juegos florales sistemáticos en los que hacían batidas para capturar a miembros de otros pueblos cercanos que después se comían en grandes banquetes. Esta es una forma eficiente de evitar el crecimiento descontrolado de la humanidad y al tiempo acabar con el problema de la escasez de alimentos. Los aztecas no conocían la rueda pero sin duda ya preveían el problema de superpoblación que padecemos. Si Cortés no hubiera interrumpido el desarrollo de su sociedad, tal vez habrían construido barcos capaces de cruzar el atlántico en sentido opuesto al de Colón, habrían llegado al continente europeo y habrían instalado en todo el mundo su progresista sistema de control. En aquel tiempo la tierra tenía unos 500 millones de habitantes, una cantidad muy razonable. La política de los aztecas habría permitido controlar el crecimiento por el sencillo y eficaz sistema de comerse a sus enemigos. Los pueblos dominadores comerían a los dominados y la población mundial se mantendría estable. Desgraciadamente este visionario método fue interrumpido por Cortés y sus acompañantes. Tal vez tendría Felipe VI que pedir perdón por eso.       

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