domingo, 13 de octubre de 2024


 

El gran tramposo.

Estos días se ha destapado un escándalo de proporciones colosales que afecta al gobierno de la nación. Una trama que aflora las más mezquinas bajezas del ser humano. Dijo alguien que el primer impulso del hombre es el saqueo y parece que esta impudicia lo corrobora. En el momento en que alguien está en posición de saquear, saquea. Los saqueadores abundan, están en todas partes. No tienen ideología, las etiquetas no son mas que herramientas que utilizan para trepar hasta la posición de saqueo. Se valen de la ingenuidad de la gente para ser elevados al lugar en el que pueden saquear impunemente.

Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados. Tal vez es por eso que a una gran parte de la población el saqueo de unos cuantos solo parece importarle relativamente. Se ha instalado en la sociedad la doctrina de contemplar las cosas con el filtro de la propia parcialidad. No se ven los delitos intentando ser asépticos y objetivos sino en función de quién los comete. Si es de los míos no tiene gran importancia, para que roben los otros mejor que saqueen los míos.

¿Y por qué pasa esto? Yo creo que porque se han perdido los valores. Se han quedado obsoletos, anticuados, casi risibles. ¿A quién le importan? Valores como honestidad, honradez, probidad, respeto, se han perdido o han dejado de ser importantes. Prima el relativismo, el manfutismo, el ¿qué más da? Mientras no me afecte a mí allá cada cual. Pero sí afecta. A corto o largo plazo todo afecta a todos. Ante el saqueo no hay que quedar impasible.

Se ha perdido el respeto. El respeto al prójimo es importante, respeto a los mayores, a los profesores, a los más débiles, respeto a la palabra dada, respeto a uno mismo. Una persona que miente una y otra vez no se respeta a sí misma ¿cómo va a respetar a los demás? Tenemos de presidente a un tramposo, acreditado como tal por sus propios compañeros cuando le pillaron en las elecciones de su partido en 2016 metiendo papeletas en una urna detrás de una cortina. Lo expulsaron pero incomprensiblemente volvió para hacerse con el mando del partido y de ahí llegar a la presidencia de la nación. Sin ganar las elecciones. No le hizo falta. Le bastó con aliarse con separatistas, independentistas, filoetarras, comunistas, golpistas, extrema izquierda y extrema derecha. Tiene mérito desde luego, se necesita mucha habilidad para ser un gran tramposo. Pero un tramposo lo es siempre, en todo momento, está en su naturaleza. Y el gran tramposo ha seguido haciendo trampas como si a nadie le importase.

Puede que estos escándalos que le cercan acaben con sus trampas. O puede que no. Un tramposo siempre tiene una carta escondida y un gran tramposo más de una.

No hay comentarios:

Publicar un comentario