El gran tramposo.
Estos días se ha destapado un escándalo de proporciones colosales
que afecta al gobierno de la nación. Una trama que aflora las más mezquinas
bajezas del ser humano. Dijo alguien que el primer impulso del hombre es el
saqueo y parece que esta impudicia lo corrobora. En el momento en que alguien
está en posición de saquear, saquea. Los saqueadores abundan, están en todas
partes. No tienen ideología, las etiquetas no son mas que herramientas que
utilizan para trepar hasta la posición de saqueo. Se valen de la ingenuidad de
la gente para ser elevados al lugar en el que pueden saquear impunemente.
Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han
sido engañados. Tal vez es por eso que a una gran parte de la población el
saqueo de unos cuantos solo parece importarle relativamente. Se ha instalado en
la sociedad la doctrina de contemplar las cosas con el filtro de la propia parcialidad.
No se ven los delitos intentando ser asépticos y objetivos sino en función de
quién los comete. Si es de los míos no tiene gran importancia, para que roben
los otros mejor que saqueen los míos.
¿Y por qué pasa esto? Yo creo que porque se han perdido los
valores. Se han quedado obsoletos, anticuados, casi risibles. ¿A quién le
importan? Valores como honestidad, honradez, probidad, respeto, se han perdido
o han dejado de ser importantes. Prima el relativismo, el manfutismo, el ¿qué
más da? Mientras no me afecte a mí allá cada cual. Pero sí afecta. A corto o
largo plazo todo afecta a todos. Ante el saqueo no hay que quedar impasible.
Se ha perdido el respeto. El respeto al prójimo es
importante, respeto a los mayores, a los profesores, a los más débiles, respeto
a la palabra dada, respeto a uno mismo. Una persona que miente una y otra vez
no se respeta a sí misma ¿cómo va a respetar a los demás? Tenemos de presidente
a un tramposo, acreditado como tal por sus propios compañeros cuando le
pillaron en las elecciones de su partido en 2016 metiendo papeletas en una urna
detrás de una cortina. Lo expulsaron pero incomprensiblemente volvió para
hacerse con el mando del partido y de ahí llegar a la presidencia de la nación.
Sin ganar las elecciones. No le hizo falta. Le bastó con aliarse con
separatistas, independentistas, filoetarras, comunistas, golpistas, extrema
izquierda y extrema derecha. Tiene mérito desde luego, se necesita mucha
habilidad para ser un gran tramposo. Pero un tramposo lo es siempre, en todo
momento, está en su naturaleza. Y el gran tramposo ha seguido haciendo trampas
como si a nadie le importase.
Puede que estos escándalos que le cercan acaben con sus
trampas. O puede que no. Un tramposo siempre tiene una carta escondida y un
gran tramposo más de una.
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