sábado, 28 de octubre de 2017

El parto de la montaña.

Contaba Esopo que los montes daban terribles señales de estar a punto de dar a luz y la gente vivía aterrorizada esperando que parieran una criatura monstruosa. Al final, después de tan tremendas expectativas, de la montaña surgió un pequeño ratón. No sé si la montaña era Monserrat, pero después de meses soportando los más apocalípticos presagios, la montaña catalana ha parido un ridículo ratón. Tengo más años de los que me gustaría y no recuerdo un espectáculo más esperpéntico, cutre y cochambroso, que el que dio el Parlament con la votación secreta. Ver a la señora presidenta, esa dama tan elegante, estandarte de la moda de vanguardia, contando las papeletas como una niña en el patio del colegio contaría los cromos de sus amiguitas, era realmente una visión imperecedera. No le vendría mal a la augusta dama, dicho sea al desgaire,  un buen potaje de butifarra con munchetas para ver de recuperar la color. Aunque ignoro si esa tez cetrina es habitual o solo fruto de la solemnidad del acto. ¡Qué país, Miquelarena! ¿Cómo se puede proclamar una nueva república de tan histriónico modo? El líder supremo, el del casco a lo Calimero, no dijo ni pío. ¡Hombre, Carlas, otra como esta no vas a pillar! Y qué decir del orondo escudero, siempre con la mirada perdida…, dicho sea sin retintín, es que al señor vicepresidente se le veía como ausente. Tal vez el gran Neruda le habría dedicado unas estrofas:
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
la mirada perdida en ignotos vergeles,   
el vaquero apretando tu orondos laureles,
¿No t´agrada saber que eres independiente?
O algo así. Hay que tener en cuenta que Neruda le hacía odas a cualquier cosa.
Mientras tanto, las masas enfebrecidas, aguardando en la calle la proclamación para brindar con cava. Supongo que no sería ni Freixenet ni Codorníu, teniendo en cuenta que ambas han trasladado sus sedes fuera de la nueva república. En fin, todo muy chusco, yo pensaba que el nacimiento de una nueva nación era algo solemne y majestuoso. Visto lo visto, espero no tener que asistir a ningún nuevo parto de nuevas naciones.  

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