Locusta nació en la Galia. Apenas
ha llegado información de su niñez y su primera juventud ; no sabemos si fue
instruida en la ciencia que la hizo famosa o si sus conocimientos se debieron al
esfuerzo personal sustentado en una innata curiosidad. El caso es que desde muy
joven se aficionó a la botánica y se interesó vivamente por las singulares
propiedades que mostraban algunas plantas y otros organismos portadores de sustancias
tóxicas. Utilizando el método de ensayo y error, experimentando con animales y personas,
fue perfeccionando la técnica hasta convertirse en una muy cualificada
elaboradora de venenos. Marchó a Roma a mediados del siglo I decidida a exhibir
sus amplios conocimientos, y como no tardó en dar fehacientes muestras de ser
una profesional muy competente, fue encerrada y condenada a muerte. Agripina la
Joven, por entonces esposa del emperador Claudio, enterada de sus habilidades culinarias,
la liberó y tomó a su servicio. El deseo de Agripina era ver coronado emperador
al hijo de su primer matrimonio, Nerón, pero para ello se interponía en el
camino su esposo. Como aguardar hasta que la madre naturaleza permitiera la
sucesión se le hacía largo y poco fiable decidió acortar los plazos. Encargó a
Locusta preparar unas sabrosas setas bien aderezadas para la cena de Claudio y lo
hizo con tanta eficacia que esa misma noche lo pasaportó a los confines del
Hades. Ya dice un sabio refrán que más mató una cena que sanó Avicena.
Nerón Claudio César Augusto Germánico
tenía 17 años cuando fue coronado emperador, pero por allí andaba su
hermanastro Británico, que entonces tenía 14, hijo de Claudio y de su anterior
esposa Mesalina, y su presencia no le hacía mucha gracia. En previsión de que algún día se pusiera a enredar con su
derecho sucesorio decidió que lo mejor era quitarle la idea de la cabeza cuanto
antes y encomendó a su esclava Locusta la elaboración de una agradable pócima. La
mujer falló a la primera pero al segundo intento dejó al joven heredero listo
para pasar a la historia antes de tiempo.
Después de unos primeros años
ejerciendo el poder de modo razonable, Nerón entró en un periodo de agitación.
Ordenó el asesinato de su madre Agripina, de su esposa Octavia (hija de
Claudio), del prefecto Burro y provocó la muerte de su amante Popea haciéndola
abortar de una patada en el vientre. Además ordenó suicidarse a Séneca y
Petronio, y eliminó a unos cuantos posibles rivales más. Tuvo tiempo también de
tocar la lira, componer canciones, incendiar Roma y perseguir a los cristianos
con vesania. En ese ambiente desquiciado es de imaginar que Locusta se
encontraba a sus anchas y pudo desplegar sus habilidades con profusión, máxime
contando, como contaba, con la protección del emperador. Durante unos años
ayudó a los personajes más influyentes del Imperio a resolver problemas de
enemistades o de herencias, y lo hacía con tal perfección y sutileza que el que
no estaba en el ajo no podía sospechar que el finado hubiera sido impulsado a
despedirse de este mundo. Las malas lenguas dicen que ayudó a abreviar las
incomodidades de esta vida a unas cuatrocientas personas, pasando a la historia
como la primera asesina en serie reconocida No debió ser una persona egoísta pues
no tuvo inconveniente en difundir sus conocimientos; para que su ciencia no desapareciera
transmitió sus hallazgos a unos cuantos discípulos, principalmente mujeres. Por
desgracia, ella misma fue víctima de la impaciencia existencial que caracterizó
aquella época y no pudo disfrutar de una sosegada vejez. Tras el suicidio forzoso
de Nerón en el año 59, el nuevo emperador Galba la volvió a condenar a muerte y esta vez se cumplió la sentencia, aunque con un procedimiento menos sutil que los que ella empleaba. Cuentan las crónicas que primero
fue pisoteada por una jirafa enfurecida y después descuartizada por un grupo de
leones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario