sábado, 11 de febrero de 2017

El 10 de febrero de 1943.

El 10 de febrero de 1943, a Daniel le correspondió la última guardia de la noche. Esperaba el relevo embutido en un agujero del terreno y aterido a pesar de toda la ropa que llevaba puesta, tanta que le dificultaba los movimientos, tenía sus manos cubiertas por las manoplas de lana, la cabeza ceñida con el pasamontañas que no dejaba hueco mas que para boca, nariz y ojos, y encima de todo eso, la capa de camuflaje blanco que le llegaba de la cabeza a los pies. Pero toda la ropa que llevaba puesta era insuficiente para protegerle de la gélida ventisca que cortaba como un cuchillo y penetraba hasta los huesos. Tenía miedo de congelarse como se habían congelado muchos compañeros a los que habían tenido que cortar los dedos de las manos o de los pies. Tenía miedo de convertirse en un cadáver congelado, había contemplado cadáveres que más parecían monigotes de hielo, que se rompían al intentar moverlos. A veces, al querer transportarlos, si no se les manipulaba con sumo cuidado se les desprendía un brazo, una pierna, o incluso la cabeza, y había que llevarlos en varios trozos. Contaba ansiosamente los minutos esperando que llegase el momento de correr al búnker a calentarse junto a la estufa. El alférez le había dicho que estuviese más alerta que nunca, desde hacía varios días los espías habían detectado fuertes movimientos de tropas al otro lado de las alambradas, todo hacía sospechar que se preparaba un ataque a gran escala. Él se había tomado muy en serio las advertencias y no se había permitido ni un instante de distracción, estuvo todo el tiempo aguzando el oído para detectar el más liviano susurro extraño, y tratando de atravesar las espesas tinieblas con la vista. Pero al frente reinaba la calma, tan solo alterada por el constante y monótono zumbido de los motores de los carros de combate que mantenían en funcionamiento para que no se congelasen. Fuera de ese ruido el silencio era total. Solo el frío estaba presente, tenaz, penetrante, opresivo, como si fuera lo único real en aquel entorno fantasmagórico.    
Fragmento de "El infierno de los inocentes".
Disponible en Amazon.
EL INFIERNO DE LOS INOCENTES de [Molinos, Luis]

No hay comentarios:

Publicar un comentario