“La tonta del
bote” es una obra teatral de Pilar Millán Astray, estrenada en 1925 que tuvo un
gran éxito en su momento. En 1970, la versión cinematográfica, interpretada por
Lina Morgan gozó igualmente de una gran aceptación popular. Parece que en 2020,
hay una nueva versión que ha mutado a “El tonto del bot”. Bot es aféresis de
robot, y por lo visto consiste en un artilugio informático que replica
consignas en las redes de forma automática e incansable. Nos ha introducido en
el término, el líder supremo. En el debate del otro día Sánchez le dijo a Abascal:
“Quiero dirigirme a usted y a los
millares de bots que trabajan para usted en las redes sociales, que juegan con los
bulos, las mentiras y la desinformación, y con el instrumento del odio”. Acabáramos.
Ahora ya todo me ha quedado muy claro y me he tranquilizado. Si veo en alguna red
un mensaje que diga que el presidente es un vacuo farsante que miente más que
habla, ya sé que no lo dice algún ciudadano irresponsable, solo es un bot. Si leo
que el gobierno está formado por una banda de inútiles, incapaces e incompetentes,
ya sé que no lo ha escrito cualquier desagradecido, solo es un bot. Si veo por
un casual que la gestión del maldito virus es la más nefasta que se ha hecho en
todo el mundo, solo es un bot el que dice esa aberración. Y además con el
instrumento del odio. Son odiosos y no solo ocho como los de Tarantino, sino
que son millares y todos trabajan para Abascal. Y todos propagando bulos y
mentiras con el instrumento del odio. Parece que para el líder supremo, todos
somos víctimas de esos bots, o sea, todos somos tontos del bot. Cree el ladrón
que todos son de su condición, dice el sabio refranero. Yo ya empiezo a dudar
de que seamos el primer país del mundo en muertos por millón de habitantes. A lo
mejor solo es fruto del odio de los bots.
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