A la carrera llegó al palacio y a la carrera subió la
majestuosa escalinata de mármol. Entró como un ciclón en la alcoba donde Maryam
empezaba a desperezarse.
-¡Despierta! -casi gritó-, tenemos que irnos. No hay mucho
tiempo, han asesinado a Wadih y estamos en peligro. No tardarán en venir a por
nosotros. Ahora ese miserable de Ben Ahraf es de los que tienen el poder y se
querrá vengar, no podemos perder ni un momento. Tenemos que salir enseguida.
La princesa se levantó de un salto, intentando asimilar lo
que estaba escuchando.
-No puede ser, no puede ser -repetía apesadumbrada-, ha
sucedido, al final ha sucedido lo que temíamos.
Vio al eunuco que se asomaba a la puerta para saber qué
estaba pasando y le gritó,
-Alí, rápido, tenemos que irnos. Recoge las cosas, lo
imprescindible, no podemos perder ni un momento. No van a tardar en venir a por
nosotros. Si nos quedamos aquí estamos muertos. ¡Rápido!
El sirviente no necesitó que le repitieran la orden. Hacía ya
muchas jornadas que la princesa le había hablado de la posibilidad de que
tuvieran que abandonar el palacio y sabía lo que tenía que hacer. Recogió el
dinero que tenían preparado y bajó a repartir una parte entre la servidumbre.
Mientras, la princesa guardó las joyas más valiosas en una bolsa y después se
recogió la larga cabellera ocultándola completamente con un gorro de lana y se
colocó unas ropas de Tomás para intentar tener apariencia de hombre.
Fragmento de "La perla de al Ándalus", novela histórica que se desarrolla en la Córdoba andalusí. Disponible en Amazon, en papel y en digital.
Opinión de lectores.
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