El DRAE
define “cenizo” como alguien que tiene mala suerte o que la trae a los demás y
lo equipara a gafe, malasombra y aguafiestas. La realidad es mucho más grave. El
cenizo no tiene mala suerte, es inmune a las desgracias que provoca, su poder
destructivo solo afecta a los que tiene alrededor. Todos hemos tropezado en
nuestra vida con algún cenizo pero lo más probable es que no lo hayamos
identificado. Tienen la habilidad de pasar desapercibidos porque la mayoría no
ceniza descree de ese poder maligno que atesoran y prefieren culpar de las
desgracias que acontecen en su cercanía a cualquier otra causa por peregrina
que resulte.
Normalmente
el cenizo solo perturba a los que tiene cerca por lo que su incidencia es
relativamente escasa. El problema se agrava cuando el cenizo ocupa un lugar en
el que su actividad afecta a un gran número de personas. Si está en la cúspide de
la pirámide entonces se convierte en el Gran Cenizo y se vuelve realmente
peligroso. Su poder destructivo irradia a la totalidad de la población. Nadie se
puede sustraer a su pernicioso influjo. Desde que el actual presidente llegó a
la presidencia de España sin haber ganado las elecciones aliándose con todos
los que no quieren ser españoles, se han ido sucediendo acontecimientos negativos
nunca antes vistos. Gigantesca epidemia, desmedida tormenta Filomena, enorme erupción
del volcán de la Palma, inundaciones catastróficas en Valencia y La Mancha, apagón
total y prolongado en todo el territorio... Acontecimientos extraños que suceden
cada mucho tiempo o que no habían ocurrido nunca antes. Cada uno de esos
sucesos por separado habría sido motivo de preocupación pero todos agrupados en
un corto espacio de tiempo es para estar más que asustados, aterrorizados. ¿Qué
será lo siguiente?
El cenizo
nunca acepta su responsabilidad, esa siempre es de cualquier otro o tiene alguna
razón esotérica de difícil comprensión. La realidad es más simple, el causante
de las desgracias es el cenizo. En este caso el Gran Cenizo.
Lo que
aconsejan los expertos es, una vez identificado el origen, alejarse lo más
rápidamente posible. No hay otra solución. Es inútil luchar, el poder tóxico
del cenizo es inmenso e indestructible. Solo queda apartarse de su maligna
influencia.