En marzo de 2001 los talibanes destruyeron dos esculturas de buda gigantes, de 55 y 37 metros de altura, que estaban esculpidas en un monte desde hacía 1.500 años. Una obra colosal considerada patrimonio de la humanidad. Para llevar a cabo la destrucción utilizaron explosivos y disparos desde tanques o ametralladoras. La excusa para la devastación fue que eran ídolos y por lo tanto contrario al Corán. En definitiva, unos hombres arrasaron lo que otros hombres construyeron hace 1.500 años. Tamaña salvajada evidencia que los adelantos tecnológicos que la humanidad ha conseguido durante estos siglos no van unidos a una mejoría de la calidad humana. Acciones de este jaez se habrán ido repitiendo a lo largo del tiempo sin haber tenido la repercusión mundial de esta, pero siempre con el mismo planteamiento, unos destruyen fácilmente, con argumentos simples y peregrinos, lo que otros construyeron con gran esfuerzo.
Ese afán por
destruir las huellas del pasado lo denunció Orwell en su “1984”. “Quién
controla el pasado controla el futuro. Quién controla el presente controla el
pasado”.
Seguramente la
mayoría estará en contra de la estúpida acción de esos descerebrados y los
calificará de idiotas o malvados, o ambas cosas a la vez. Pero no todos. Ahora parece
que otros talibanes disfrazados de demócratas están pensando en llevar a cabo
una acción de similares características. Estos nuevos talibanes forman parte del
gobierno de España, de un gobierno con una exigua mayoría conseguida gracias a la
ayuda de los que no quieren ser españoles, lo que no deja de ser un disparatado
sarcasmo. Empeñados en borrar el pasado quieren eliminar la cruz del Valle de
los Caídos. La cruz tiene una altura de 150 metros y está considerada la más
grande del mundo. La longitud de los brazos es de 46,40 metros y por su
interior se pueden cruzar dos vehículos. El monumento está adornado con varias
esculturas de piedra realizas por Juan de Ávalos. Los motivos para derribarla
serán de la misma enjundia que los aducidos para cualquier otro estrago, y es
de suponer que los promotores del derribo estarán adornados por los mismos atributos
que los otros talibanes. Lo importante es borrar la memoria de la gente. También
lo anticipó Orwell: “La realidad existe solo en la imaginación. Aunque no en la
imaginación individual, que es falible y perecedera, sino en la del Partido,
que es colectiva e inmortal. Lo que el Partido diga que es cierto, es cierto.
Es imposible ver la realidad si no es a través de los ojos del Partido.”
Es la dictadura
del partido en el gobierno, pero eso sí, apelando hasta la náusea a la
sacrosanta Democracia. En este caso democracia significa “lo que diga el
Partido”.
Sabido es, que es
mucho más fácil destruir que construir, los niños pequeños son especialistas en
romper. Cuando no se tienen las capacidades para construir, cuando se es un inútil
incompetente, los humanos distraen sus limitaciones destruyendo lo que otros más
capaces construyeron.
Mientras todo se
derrumba alrededor, impotentes para paliar el desastre, ellos prefieren contribuir
derribando lo que no se derrumba por sí mismo. Talibanes y talibanas.
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