Todos los medios,
prensa, radio y televisión, dan constantemente noticias sobre la extrema
derecha. De España y de otros países de nuestro entorno. Normalmente
relacionadas con hechos violentos o con acciones xenófobas. Noticias negativas.
La negatividad va en el propio vocablo “extremismo”, suena muy mal. Sin embargo,
para los medios, el extremismo siempre es de derechas. Se dan muy pocas
noticias o casi ninguna sobre la extrema izquierda. Como si no existiera. Si lo
que hay a la derecha de lo que llamamos derecha, es extrema derecha, lo que se
sitúa a la izquierda de lo que se define como izquierda debería ser extrema
izquierda. Y si todo en la vida tiende a equilibrarse sería normal que las
noticias sobre una y otra tendencia fueran similares. ¿A qué se debe esa
discordancia? ¿Tal vez se enfatizan unas y se disimulan otras?
La consecuencia
de este comportamiento es que el brazo de la balanza se inclina hacia la
derecha y todo el espectro tiende a resbalar hacia ese lado, de modo que en la
percepción de los incautos espectadores la derecha moderada tiende al extremo,
el centro tiende a la derecha, y la izquierda tiende al centro. La extrema
izquierda cae hacia la izquierda moderada y queda vacío el espacio al extremo
izquierdo de la balanza. Como por definición los extremismos son malos, la
derecha resulta automáticamente demonizada en el subconsciente colectivo. A alguno,
o alguna, para inclinar más la balanza no le basta lo de extrema derecha, ya hablan
de extrema extrema derecha. Pronto añadirán la supermegaextrema derecha. No es
necesario razonar, tan solo enviar mensajes subliminales.
En Brasil ha
ganado las elecciones un tal Bolsonaro. Según los medios españoles, un señor de
extrema derecha; racista, xenófobo, homófobo, y misógino, una auténtica
desgracia para la humanidad. Teniendo en cuenta que ha ganado con el 55% de los
votos, solo se me ocurren dos posibilidades. Una, que el 55% de los brasileños
y brasileñas sean, además de tontos; racistas, xenófobos, homófobos y misóginos;
y misóginas. Dos, que los medios españoles mientan como bellacos o cuando menos
tergiversen drásticamente las noticias. No conozco al 55% de brasileños y
brasileñas, pero sí a los medios españoles, así que yo ya me hago una idea.
Esos mismos medios
que se lamentan de la victoria del tal Bolsonaro, que va a gobernar el país con
el 55% de los votos, son los mismos medios que aplauden con las orejas que aquí
en España, un tal Sánchez esté gobernando con el 22,6% de los votos. Pero nuestra
democracia es mucho mejor que la brasileña. ¡Dónde va a parar!
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