En el Museo de Málaga
hay un cuadro de Bernardo Ferrándiz y Badenes,
pintor valenciano del siglo XIX, en que se representa a un ratoncillo paseando
ufano entre los huesos de un gato. El marco lleva en su parte superior la
inscripción: “A moro muerto, gran lanzada”, y en la parte inferior unos versos:
“Rey
Fiero ayer para ti/ Mis leyes di a respetar/ Y hoy que la muerte está en mi/
Hasta tú vienes a hollar el polvo de lo que fui”.
La frase
corresponde a un antiguo refrán medieval, época como todos saben, de constantes
enfrentamientos entre cristianos y musulmanes.
Vaya por delante
que el adagio chirría un tanto con el actual lenguaje políticamente correcto. Tal
vez habría que decir: “A musulmán sin señales de vida, clávese presuntamente
una pequeña lanza.” Pero es lo que pasa con las cosas antiguas. Suenan un poco
bruscas.
El caso es que el
refrán en cuestión ironiza con ese comportamiento oportunista de los míseros y cobardes
que, una vez conjurado el peligro, acuden a hacer ostentación de su supuesto
valor alardeando de haber derrotado al enemigo. Una vez que el muerto está
muerto y bien muerto, aparece el osado héroe que se enfrenta a él con
legendario valor y le clava la lanza. Más o menos como ese ratoncillo que se
pavonea entre los huesos del gato.
Algunos compaginan
el coraje con la prudencia, por aquello de que más vale prevenir que lamentar,
y han esperado más de cuarenta años para clavar la lanza en el muerto. No sería
extraño que quieran fotografiarse con los huesos del difunto, remedando a esas terribles
imágenes que circulan por Internet, de milicianos posando junto a cadáveres de
monjas o curas recién extraídos de sus ataúdes, meros esqueletos con algunos andrajos
adheridos a los huesos. Posados realmente macabros, propios de mentes perturbadas
y enfermas.
Supongo que, dado
el tiempo transcurrido, el cadáver que tanto preocupa estará como el de
aquellas monjas, huesos mondos y lirondos con alguna medalla colgando. Sería insuperable
una foto junto al esqueleto haciendo con los dedos la V de victoria.
Como ya se está
prolongando demasiado el anuncio de la exhumación y empieza a ser cansino,
espero que se realice “en breve”, tal como ha prometido el ardido Presidente. Aunque
a tenor de su nivel de cumplimiento de promesas no sé yo, igual vuelve a decir Diego
donde dijo digo. Vaya usted a saber.
En este caso
espero que cumpla y trasladen al finado a otro lugar, no sé adónde, ya que
estoy deseando ver lo que sigue. Porque barrunto que ese no será el final de la
película, como decían en las series antiguas: Continuará…
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