He estado
viendo la toma de posesión de los nuevos y nuevas diputados y diputadas. No estoy
seguro si lo retransmitían desde el Congreso o desde el Circo Price. Es evidente
que la gente no sabe a quién vota, de otro modo no se entiende que semejante personal
vaya a calentar los escaños durante la próxima legislatura. Los votantes y votantas
solo conocen a los seis o siete que están a todas horas en las televisiones
pero no tienen ni idea de quienes son los restantes trescientos y pico que van
a tomar decisiones que influirán en sus vidas. Claro, que aún resulta más
asombroso que esos que vemos y oímos a todas horas reciban el voto de los
ciudadanos. Es muy difícil de entender, pero sucede. Francamente, creo que esta
democracia participativa ya no sirve, ha quedado completamente obsoleta, no
representa ni remotamente la voluntad de los ciudadanos. Es por lo tanto perentorio
modernizar el sistema, adecuarlo a la realidad que vivimos.
Propongo un
nuevo método mucho más justo y racional. La idea me ha venido al ver la cara de
felicidad de muchos y muchas de sus señorías y señoríos. Es comprensible su
alborozo, han resuelto sus vidas por una buena temporada. Es como si les
hubiera tocado la lotería. ¡Y ahí está el quid de la cuestión! Si se trata de
sorteo vayamos directamente a los profesionales. En las próximas elecciones se
habilitará un bombo con 46 millones de bolas con los números de DNI de los
habitantes de este país (España), y los niños de San Ildefonso cantarán los 350
afortunados que nos representarán a todos los demás. Si se extraen algunas bolas
de menores de edad, los escaños correspondientes quedarán vacantes, sueldos que
nos ahorramos. Eso sí que será de verdad democrático. Ahí sí que estará
representado el pueblo en su auténtico potencial, en su esencia verdadera. Se acabarán
de un plumazo las demagogias, las mentiras, las falsas promesas y las
componendas interesadas. Las leyes se aprobarán por consenso de individuos que
decidirán por ellos mismos, no como ahora que votan en bloque los componentes
de cada partido. Además, he consultado con un grupo de expertos estadísticos y
me han asegurado que el método de elección al azar mejorará notablemente el
nivel medio de los diputados y diputadas. El nuevo sistema puede llamarse, a
falta de otro nombre mejor, Democracia Azarística.
Si estás de acuerdo con mi propuesta pon me gusta en algún sitio.
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