Aquellos eran tiempos de mucho
ajetreo y muchos hombres de verdad. Sobre todo en mi buena época, allá por los
sesenta, ¡Virgen de la Regla ,
qué tiempos! Yo tenía la mejor casa de la región. Estaba entre Villena y
Almansa, ¿has estado por ahí?, si algún día vas, ya te diré dónde estaba,
todavía se ve desde la carretera. Aunque se ha quedado muy abandonada aún se
distingue que era una casa de señorío y categoría. Hasta de Madrid venían
expresamente para verme. Y en aquellos tiempos no estaba todavía la autopista,
entonces se tardaban cuatro horas en llegar. Pues aún y así, venían. ¡Menuda
era yo! Tenía lo mejorcito de clientela. Aristócratas, gente de dinero,
artistas, bueno, bueno, de todo, de todo lo mejorcito. Con decirte que hasta
Frank Sinatra vino a verme una vez que estuvo en España. No sé quién le
hablaría de mí, pero allí que se presentó. ¡Cómo disfrutó el tío!, me dijo que
ni con Ava Gardner lo había pasado tan bien. Como lo oyes. Tú sabes quién era
Ava Gardner, ¿no? Una tía guapísima.
- Sí, la vi en Mogambo -afirmó Irina,
aprovechando que Marlén le daba otro trago a su vaso.
- Mogambo, sí, ahí salía guapísima…,
bueno, pues Frank me dijo que lo había pasado mejor conmigo. Era un tipo muy
simpático, poquita cosa como hombre pero muy simpático. Aunque eso sí, estaba
bien servido para su tamaño…, el tío andaba bien armado. Era un poco creído,
pero ya me contarás, es natural, ¿no? Se quedó maravillado, me dijo que me
recordaría toda la vida. Claro que yo, cuando quería dejar a un hombre
satisfecho de verdad, le hacía el número de la pollinica y los dejaba en el
cielo. Bueno, bueno, ya no me olvidaban en toda su vida. Algún día te contaré
en qué consistía. Claro que para eso hay que ser una auténtica profesional…, y
no te veo yo a ti. A lo mejor Nadia sí, pero a ti no te veo haciéndolo. A ti no
te acaba de entonar esto, ¿a que no? Yo en cambio lo llevo en la sangre, hija,
desde jovencita me dio la vocación. Esto es como la que nace para monja, la que
nace quiero decir, ¿eh?, no la que meten por ahí medio obligada y eso, no. La
que de verdad lo siente. Pues yo igual, pero en puta. O en artista del sexo.
Porque yo era una artista. El número de la pollinica era el acabose. El no va
más. Algún día te lo contaré...
Además, yo de joven estaba muy
bien, aunque me esté mal el decirlo. Si no, ¿por qué crees que me llaman Marlén?,
no pensarás que mi madre me puso así, la pobre, que era de un pueblo de la
Mancha. Mi madre me puso Sacramento, ¡échale!, estuvo sembrada la mujer. A mi
empezaron a llamarme Marlén cuando me arranqué en el oficio, porque todo el
mundo decía que me parecía muchísimo a Marlene Dietrich, que era una que tenía
enamorada a toda Europa. Habrás oído hablar de ella, ¿no?, aquella tenía
enamorados a los hombres y a las mujeres, era increíble. Bueno, pues todos
decían que yo era igualita.
Fragmento de "Amores de mármol"
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