jueves, 2 de mayo de 2024

 


Alicante – Tánger

El día era espléndido. Un hermoso día de finales de primavera. La mar lucía apacible. Una brisa suave aliviaba el tímido calor. Varias gaviotas bailaban en el límpido cielo. Los pasajeros pagaban su billete e iban subiendo a bordo. Alegres confiados. El barco parecía sólido, el capitán saludaba desde su puesto de mando. Ni muy joven ni muy mayor, la edad idónea para un capitán, gorra de capitán, gafas de capitán, porte de capitán, transmitía confianza. Cuando todos estuvieron acomodados el buque inició el desatraque. En pocos minutos salió del puerto y enfiló hacia el sur. A tres millas de la costa pareció que cambiaba el rumbo. ¿Qué pasa? Preguntó algún pasajero. Otros se hicieron la misma pregunta. El murmullo se extendió por la cubierta. Se hizo tan fuerte que llegó al puesto de mando. La voz del capitán sonó por los altavoces. “Nos dirigimos a Malta”. “Pero nosotros queremos ir a Tánger, compramos el billete para ir a Tánger, usted nos dijo que nos llevaría a Tánger”. “He cambiado de opinión, yo sé lo que ustedes quieren, yo sé que realmente quieren ir a Malta”.

Los pasajeros subieron al puesto de mando, agarraron al capitán y lo lanzaron por la borda. Uno de ellos se puso a los mandos y fueron a Tánger.  

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