Se calcula que en el mundo se hablan unas 7.000 lenguas
diferentes. El 90% de ellas solo sirven para comunicarse entre sí a colectivos
de menos de cien mil personas. Solo unos 600 idiomas son utilizados por un
número que se puede considerar importante de personas. De entre todos ellos, el
español es el 2º más hablado en el mundo si tenemos en cuenta la población
nativa, idioma materno, y el 3º por el número de hablantes totales (más de 550
millones). Si acudimos a la lista de idiomas según su uso en Internet, el
español aparece también en tercer lugar, solo por detrás del inglés y el chino
mandarín.
A la vista de estas cifras resulta sorprendente que en
algunas zonas de España se intente eliminar o minimizar la enseñanza del idioma
español en las escuelas, para potenciar otro que a nivel mundial no deja de ser
irrelevante. Lo lógico sería dejar que convivan con naturalidad, aprovechando
que los niños pueden aprender con facilidad dos o más idiomas. Pero no es el
caso. Se trata de potenciar uno a costa de prescindir del otro. Es ciertamente
una aberración, o simplemente una idiotez, que a los niños de Cataluña y
Baleares se les intente privar del aprendizaje natural de uno de los tres
idiomas más importantes del mundo, para que aprendan (solamente) uno que les va
a servir como mucho para hablar con su primo el del pueblo. Por mucho que se
empeñen los promotores del engendro, a nivel mundial su importancia es nula. Esa
actitud irracional que sin duda provoca un daño en los más pequeños solo puede
ser producto del odio hacia lo español. El odio unido a la estupidez forma un
cóctel muy perjudicial. Teniendo la posibilidad de sumar, restan. Cuando los
sentimientos entran por la puerta (y más si son negativos), la razón escapa por
la ventana.
Los idiomas deberían servir para comunicar, para unir, pero
los espíritus mezquinos intentan utilizarlos para separar, para levantar
barreras. Decía Sabino Arana, padre de la patria vasca: “La diferencia del
lenguaje es el gran medio de preservarnos del contacto de los españoles y
evitar el cruzamiento de las dos razas”. No se puede explicar mejor y en eso
están en algunas zonas de España. En un mundo cada vez más globalizado se apela
al sentimiento aldeano para aislarse y preservarse del que se considera el enemigo.
Porque hay un enemigo, eso es evidente. Y si hay un enemigo, hay una guerra,
incruenta de momento, pero guerra. Aunque nadie lo quiera reconocer y todos
vayan de pacíficos demócratas.
Esto está pasando por la cretina obcecación de unos y la necia
inacción del gobierno que debería velar para que todos los niños tengan las
mismas oportunidades en todo el territorio. ¿Pero estos políticos para qué
cobran? ¿Para solucionar problemas o para crearlos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario