miércoles, 22 de junio de 2016

Rusia es culpable.

El 23 de junio Alfonso llegó a comer eufórico, el día anterior Alemania había invadido Rusia.
-Dani, me han dicho los compañeros que Serrano quiere enviar un cuerpo expedicionario. Esta no me la pierdo, ¡prepárate! Mañana hay una manifestación de apoyo a la invasión. Vente conmigo.
Daniel no le dijo nada a su madre. Se levantó como siempre y en vez de ir al colegio se fue con Alfonso al centro. Cuando llegaron a la plaza de Callao ya había varios grupos con banderas y pancartas, se iba incorporando gente nueva muy deprisa y en poco tiempo se llenó todo el lugar. Alfonso se unió a sus compañeros de Universidad formando un grupo muy numeroso, se habían suspendido los exámenes y parecía que todos se habían congregado allí. Por las calles adyacentes no cesaban de llegar pandillas de jóvenes exaltados vestidos con camisas azules, cantando y gritando consignas contra los rojos. En una hora se había desbordado la capacidad de la plaza y el gentío comenzó a moverse hacia Cibeles. Desde los balcones, la gente aplaudía y vitoreaba. Daniel, apretado por todas partes, rodeado de los amigos de su hermano, caminaba excitado y emocionado, se sentía más hombre, como si hubiera crecido de repente, como si de un plumazo hubiera dejado atrás la niñez, era uno más de aquel gentío entregado, entusiasmado ante la perspectiva de alcanzar una meta largo tiempo deseada. Los gritos se repetían una y otra vez: “Vamos a devolverles la visita”. “Nos vamos a cobrar lo que nos deben”. “Los vamos a liquidar de una vez por todas”.
La multitud llegó al cruce con la calle de Alcalá y se detuvo ante el edificio de la Secretaría General. Al balcón se asomaron varias personas y en el centro de ellas apareció la figura de Serrano Suñer. Todos le vitorearon durante unos momentos y después quedaron en silencio esperando las palabras del dirigente.
Sin micrófono, gritando para que se le pudiera escuchar, declamó un breve alegato:
-¡Camaradas! No es el momento de discursos pero sí de que la Falange dicte su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! ¡Culpable de nuestra guerra civil! ¡Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador! ¡Culpable de la muerte de miles de nuestros camaradas y de tantos soldados caídos en la defensa de la Patria! ¡Culpable de la desolación que ha provocado la agresión del comunismo ruso! ¡Rusia es culpable!
Al acabar, la muchedumbre prorrumpió en sonoros aplausos y arreciaron las demostraciones de condena: “¡Sí, Rusia es culpable!”, gritaban todos los presentes con rabia: “¡Venganza, queremos venganza!”
Daniel se sentía como si ya hubiera ganado la guerra. La multitud entonó el Cara al Sol, y él se unió al coro gritando a pleno pulmón con el brazo extendido.    
Al llegar a su casa la madre les notó alterados. Preguntó que había pasado y cuando se lo contaron, se santiguó y se fue a rezar ante la imagen de la Virgen de la Almudena.
Tres días más tarde, el viernes 26, Alfonso le comunicó que ya se había puesto en marcha la recluta de voluntarios para ir al frente ruso. Con una sonrisa de suficiencia le entregó un carné del SEU a su nombre.

-Mira lo que te he traído, ¿qué te parece? Han limitado el alistamiento a mayores de veinte años, pero te he fabricado un carné que dice que has nacido en el 21, tú no te pierdes esta, hermano, te vienes conmigo. Diremos que estás un poco canijo pero que dentro de unos días cumples los veinte. ¿Qué me dices? Para que veas que tengo soluciones para todo. No le digas nada a mamá hasta que esté todo hecho, ya sabes que va a estar en contra. ¡Vamos!, date prisa que tenemos que ser de los primeros. 
Fragmento de "El infierno de los inocentes"
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EL INFIERNO DE LOS INOCENTES de [Molinos, Luis]

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Opiniones de clientes


Formato: Versión Kindle Compra verificada
En los pocos días que me ha durado la lectura he sentido un gran cariño por los protagonistas, Rosa y Daniel. Tremendo lo que tuvieron que vivir. Extraordinaria novela que nos traslada a un tiempo muy reciente y a una tragedia de dimensiones colosales que tuvieron que soportar nuestros abuelos. Me ha enganchado desde la primera línea y se me ha hecho corta, al final me he quedado con ganas de más. Me encantaría que el autor escribiera una segunda parte. Excelente novela.

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