lunes, 30 de junio de 2014

¡Ya se van los españoles!

30 de junio de 1520, Tenochtitlan.

Cuando llega la media noche salen los españoles. Cuando llega la noche salen los tlaxcaltecas. Salen unos detrás de otros, se pegan unos a otros, marchan como un solo cuerpo en la oscuridad. Marchan en silencio, no quieren hacer ruido, es una multitud silenciosa. Cargan con puentes de madera, los van poniendo en los canales, sobre ellos cruzan los canales. Sobre ellos pasan el de Tecpantzinco, pasan el de Tzapoltlan, pasan el de Atenchicalco. Cuando llegan al de Mixcoatechialtitlan son vistos por una mujer.
-¡Mexicanos! Venid aquí. Venid presto. Ya se van. Vuestros enemigos se van a escondidas. ¡Venid Mexicanos!
En lo alto del Templo de Huitzilopochtli un hombre repite el grito:
-¡Mexicanos venid! Mexicanos, texcocanos, tlatelolcas, venid todos, venid pronto. Se van los enemigos. Venid todos, capitanes, guerreros, venid a prenderlos. Hay que ofrecerlos a los dioses.
Todos se alzan, todos acuden, con sus macanas, con sus flechas, con sus ondas. Los de tierra por la tierra, los de agua por la laguna, con sus canoas. Ya los alcanzan, ya los rodean, de un lado y otro. Ya les lanzan los dardos, de un lado y otro les caen los dardos. Como una lluvia del cielo caen los dardos sobre sus cabezas.
Cuando los que huyen llegan al canal de los toltecas es como si todos se hundieran, es como si el canal se los tragara. Ya no tienen puente, ya no pueden cruzarlo, unos a otros se empujan, los hombres, los caballos, todos se empujan, van cayendo al canal, unos tras otros van cayendo. Pronto el canal se ha cegado, con los cuerpos se ha cegado, los que vienen detrás pasan sobre los cuerpos de los caídos. Pisan cabezas, pisan brazos, van pasando sobre los cuerpos de los que están en el agua. Los mexicanos les van persiguiendo, les van matando, van tomando prisioneros para el sacrificio. Presos españoles, presos tlaxcaltecas. Cuando llegan a Popotla amanece, el sol ilumina la calzada cubierta por los cuerpos de los muertos, ilumina los canales cegados con los cuerpos de los muertos. Los que han escapado son perseguidos hasta Tacuba. Hasta Tacuba van siendo perseguidos.
Cuando el día está claro son acarreados los cuerpos de los muertos, los españoles, los tlaxcaltecas, los totonacas, los de Cempoala, todos son llevados hasta donde están los tules blancos. Allí son arrojados desnudos, han desnudado sus cuerpos. Allí arrojan sus cuerpos. Los cuerpos de los españoles son blancos, como los brotes del maguey, como las espigas blancas. Allí son arrojados sus cuerpos blancos. Allí llevan a las mujeres, allí llevan los caballos. Todos son arrojados allí.

Los hombres se apropian de todo lo que han abandonado en el miedo de la huida. Toman sus armas de hierro, sus cascos de hierro, sus escudos de hierro. Toman arcabuces, espadas, cañones, todo lo que ha caído al canal, lanzas, albardas, ballestas, cotas, corazas de hierro. Toman el oro, oro en polvo, oro en barras, oro en tejos, discos de oro, alhajas de oro. Toman collares de chalchihuites. Toman todo lo que han dejado en la huida.  


CON EL ALMA ENTRE LOS DIENTES: De Tenochtitlán a Cajamarca de [Molinos, Luis]

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