“Cuando el destino nos alcance” es una película de 1973 dirigida por Richard Fleischer e interpretada por Charlton Heston, Leigh Taylor-Young y Edward G. Robinson. La acción se sitúa en 2022 y describe un mundo en el que una pequeña élite que detenta el poder político y económico dispone de lujos, comodidades y buenos alimentos mientras que las masas malviven de forma miserable hacinadas en núcleos superpoblados, comiendo un único producto que les suministra el Estado. La cinta nos muestra también un lugar al que llaman “El Hogar”, donde a los viejos les provocan la muerte antes de que les llegue su hora de forma natural.
No es difícil
encontrar similitudes con la actualidad. Lo de las élites parece evidente, el
poder se va concentrando en un reducido número de personas cada vez más
poderosas. Lo de las masas dependientes del alimento que les suministra el Estado
va en aumento, cada vez más personas dependen de ayudas, subvenciones, ingreso
mínimo vital y otros subsidios que las mantienen cada vez más subordinadas a
los poderes públicos.
El maldito virus
ha acelerado esas pautas y ha aflorado la relativa a “El Hogar”. La pandemia se
ceba en los mayores de forma abrumadora. Quid prodest? se preguntan siempre en un
caso de asesinato. ¿Quién se beneficia? En este caso se beneficia claramente ese
ente amorfo que llamamos Estado. De una forma aséptica, sin intervenir, elimina
una cantidad muy amplia de un sector improductivo que solo ocasiona gasto, al
tiempo que engrosa sus arcas a través del impuesto de sucesiones, ese impuesto
tan injusto y que tanto se resisten a eliminar. No estoy diciendo que los
poderes hayan contribuido a la degollina, no, ni siquiera que hayan actuado con
indolencia, líbreme el Señor, solo digo que a lo mejor alguien encuentra un aspecto
positivo de la situación. Hay que señalar que el alimento que reciben los de la
ficción está hecho a base de los cuerpos de los que van muriendo.
Estamos avanzando
cada vez más en la cultura de la muerte. El aborto y la eutanasia son, con
todos los matices, justificaciones y argumentos que se quieran, dos formas de segar
vidas, no las propias, las de los demás. Una la siega antes de florecer y la
otra lo hace antes de que se extinga de forma natural. Ambas interfieren en el
desarrollo natural de las vidas. Las de los demás.
Este es un virus
criminal en muchos aspectos, tanto que se podría pensar que ha sido concebido
por una mente perversa con perversas intenciones. Pero pensar eso parece
absurdo. Solo digo que a lo mejor su irrupción beneficia a esos entes poderosos
que llamamos estados y a los pocos poderosos que los manejan. Y los poderosos
van acumulando más poder y alguna gente se está haciendo aún más rica de lo que
ya era. Maldito virus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario