¡Suenen flautas y trompetas,
la humanidad se ha salvado!
La providencia ha enviado
la angélica niña Greta.
Seráfico querubín
que se transmuta a ojos vistas
en niña del exorcista
cuando augura el triste fin.
Su voz se quiebra, se agrieta,
sus pupilas son dos llamas,
zahiere, conmina y brama,
entre iracunda y asceta.
Causa pasmo y nos inquieta;
su fosca expresión aterra
cuando anuncia que la tierra
se está yendo a hacer puñetas.
¿Heroína?, ¿marioneta?
¿Auténtica?, ¿caradura?
¿Modelo o caricatura?
¿Dónde ubicamos a Greta?
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