Mi
corazón brinca, goza, se deleita y alboroza
cuando brama en el estrado la armígera portavoza.
Me
extasía y me embelesa con su voz aguardentosa,
con
su verba portentosa,
con
su sapiencia asombrosa.
Con
la expresión belicosa de leona muy feroza.
Con
su sañuda actitud, como yegua dando cozas.