jueves, 18 de julio de 2013

El Nuevo Mundo - 3

Cortés, “el hombre que dio a Carlos V más provincias que ciudades le dieron sus abuelos”, según la anécdota que se cuenta, siempre se preocupó, aunque solo fuese por propio interés, de que en todo momento la sociedad existente se mantuviese funcionando. ¿Cómo si no, iba a poder controlar con quinientos hombres un territorio tres veces más grande que España, ocupado por más de quince millones de personas? 
Los clérigos que acompañaban a los conquistadores se afanaron en propagar la fe católica, no solo por convicción, sino también por obligación. En el siglo XVI había un debate entre esclavistas y no esclavistas, entre si algunas razas eran personas o no lo eran. El Papa Alejandro VI, en las bulas de donación del Nuevo Mundo, obligaba a cristianizar a los indígenas, con la cristianización se les protegía de la esclavitud. En Estados Unidos se abolió la esclavitud en 1865. México la había abolido en primera instancia en 1810 por Miguel Hidalgo, y oficialmente en 15/09/1829 por decreto de José María de Bocanegra, 36 años antes. A mediados del siglo XX todavía se daban flagrantes casos de discriminación racial en América del Norte.
Muchos religiosos se preocuparon de preservar la cultura indígena, además de Bartolomé de Las Casas, protector por antonomasia de los indios, otros muchos, como fray Andrés de Olmos, Juan de Gaona, Bernardino de Sahagún, Diego de Durán, Juan de Zumárraga, fray Martín de Valencia, fray Tomás Berlanga y tantos más, se dedicaron con denuedo a recopilar los antiguos libros de pintura y a salvaguardar las tradiciones y cantares que los naturales habían ido memorizando a lo largo de los siglos anteriores al desembarco de los españoles. Los libros o códices eran representaciones pictográficas en pieles curtidas de venado o en “papel indiano”, corteza de maguey. Podían ser pictográficos, ideográficos y fonéticos. Habían sido elaborados por los tlacuilo, especie de sacerdotes o gente de formación superior y gran prestigio. Eran de difícil interpretación y requerían del concurso de un experto para entenderlos. 
Los religiosos fueron escribiendo en idioma castellano las historias recogidas de viva voz de la memoria colectiva indígena. Fray Toribio de Benavente, que en signo de humildad cambió su apellido por Motolinia, que quiere decir “pobre”, nos legó su “Historia de los indios de la Nueva España”, uno de los testimonios más importantes del mundo prehispánico mexicano, en donde nos cuenta cómo eran los pueblos antes de la llegada de los conquistadores.
Dice Charles F. Lummis, historiador y arqueólogo norteamericano, 1859-1928:
“Los españoles fueron los primeros civilizadores en el sentido moderno. Construyeron las primeras escuelas y universidades, montaron las primeras imprentas y publicaron los primeros libros, diccionarios, tratados históricos y geográficos. … Ha habido en América escuelas españolas para indios desde 1524. Allá por 1575 -casi un siglo antes de que hubiese una imprenta en la América inglesa- se habían impreso en la ciudad de México muchos libros en doce dialectos indios diferentes, siendo así que en nuestra historia solo podemos presentar la Biblia india de John Eliot. Y tres universidades españolas tenían casi un siglo de existencia cuando se fundó la de Harvard. Sorprende por el número, la proporción de hombres educados en colegios que había entre los exploradores.” “La legislación española referente a los indios era incomparablemente más extensa, más comprensiva, más sistemática, y más humanitaria que la de Gran Bretaña, la de las colonias, y la de los Estados Unidos juntas”. 
Entre los capitanes y soldados relevantes que acompañaron a Cortés no había ni un solo analfabeto, hecho insólito para la época.
La primera población inglesa, Jamestown, se fundó en 1607, casi un siglo después de que Cortés fundara Villa Rica de la Vera Cruz. Cortés conquistó México muchos años antes de que la primera expedición de ingleses hubiera visto la costa americana. Ponce de León había tomado posesión en nombre de España de una parte importante de los actuales EEUU, una generación antes de que los anglosajones pusieran el pie allí.
"Con el alma entre los dientes". Novela que narra la vida de un hombre que acompañó a Cortés y Pizarro en México y Perú. Disponible en Amazon
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CON EL ALMA ENTRE LOS DIENTES: De Tenochtitlán a Cajamarca de [Molinos, Luis]

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