domingo, 26 de julio de 2015

Diez libros para leer en agosto.

Será cosa del verano pero por todas partes veo listados de los diez o los cinco o los veinte libros que no debes dejar de leer. En todos, además del autor y el título aparece la editorial, cosa que está bien para determinar sin error el volumen recomendado pero que puede hacer sospechar que la lista no es del todo espontánea. Así que voy a plantear yo mi propia lista. Una más ¿qué importa al mundo?
Diez libros para leer en agosto. O en septiembre o en octubre.
A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales.
Lo pongo en primer lugar porque lo acabo de leer. Autor rescatado del olvido recientemente. Nacido en 1897, exiliado durante la guerra civil, murió en Londres a los 47 años. El libro reúne una serie de relatos sobre la absurda crueldad de la guerra. Impresionante testimonio de una mente preclara que vivió los acontecimientos que relata en primera persona. Partidario de Azaña, logra mantener el equilibrio entre dos sinrazones antagónicas. “El sectario -dice- siente siempre un miedo odioso ante el hombre libre e independiente”. Terrible y realista visión de la locura que acompaña a las ideologías excluyentes. Se publicó por primera vez en 1937, pero probablemente porque no servía de propaganda a ninguno de los dos bandos, quedó en el anonimato hasta época muy reciente.
Sofía Petrovna, una ciudadana ejemplar, de Lidia Chukósvskaia.
Otro sobrecogedor testimonio de los horrores que provocaron las ideologías en el siglo XX, mostrados en toda su crudeza a través de las vivencias de la propia autora. Nacida en 1907 en San Petersburgo, falleció en Moscú en 1996. El libro lo escribió en el invierno del 39 al 40, pero no pudo ser publicado en su país hasta 50 años después. Muestra cómo el aparato del Estado totalitario se va adueñando implacablemente de la vida del individuo inocente, que asombrado de lo que le está sucediendo, incluso intenta encontrar justificación a sus desgracias hasta que el poder absoluto de los que manejan los hilos acaba por aplastarlo.
El infierno de los jemeres rojos, de Denise Affonço.
Una manifestación más de las atrocidades que el ser humano (?) es capaz de perpetrar contra sus semejantes. Relatado también en primera persona, la autora sufrió 4 años de cautiverio y explotación. Durante la demencial dictadura de los jemeres rojos murió la cuarta parte de la población por hambrunas, enfermedades y ejecuciones. Esto pasó hace menos tiempo y en otro continente, pero la crueldad y la sinrazón no conocen fronteras ni épocas.
Allegro ma non troppo, de Carlo M. Cipolla.
Para descansar de tanta atrocidad. Un librito en clave de humor que quiere ser un breve tratado sobre la estupidez. Es oportuno leerlo precisamente ahora, cuando tantas personas de, digamos, peculiar condición, se han hecho perceptibles al acceder a cargos públicos. La Primera Ley Fundamental de la estupidez humana, según el autor, es: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de estúpidos que circulan por el mundo”. Ya están advertidos. No se confíen porque la estupidez siempre acarrea desgracias y no necesariamente al estúpido. La Tercera Ley Fundamental dice: “Una persona estúpida causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.
Cantando los cuarenta, de Dave Barry.
Otro libro para relajarse y reír. Sobre todo si su vida transita por la década de los cuarenta o los cincuenta se reirá de buena gana con las ocurrencias de este autor. Como lo hice yo en su momento y como lo vuelvo a hacer cada vez que lo releo.
Oráculo manual y arte de prudencia, de Baltasar Gracián.
Aunque en agosto hace tal vez demasiado calor para la meditación, nunca está de más leer, con prudencia eso sí, como indica el título, las sabias reflexiones de este pensador del siglo XVII. No es necesario leerlo de una sentada ni siguiendo un orden, se puede disfrutar asimilándolo a pequeños sorbos. A pesar del tiempo transcurrido desde su primera publicación sus pensamientos no han perdido vigencia. Últimamente sus aforismos se han puesto de moda incluso en los libros relacionados con la gestión empresarial.
El rayo que no cesa, de Miguel Hernández.
Siempre es tiempo de leer poesía, buena poesía, extraordinaria poesía, como la de Miguel Hernández. Vale cualquier antología de su obra o valen unos cuantos versos. Lo importante es disfrutar con la fuerza, el desgarro, la pasión o la musicalidad de sus poemas.
Antología poética, de Manuel Machado.
Más poesía de la buena. Un gran poeta injustamente tratado por comparación con su hermano, pero sobre todo por simpatizar con el franquismo. Ahora mismo, por esa circunstancia se está planteando quitarle la calle que tiene en Madrid, siendo mucho mejor poeta que alguno de los iconos de los que le quieren retirar la placa, como por ejemplo el que se pasó la vida dibujando una paloma. Borges dijo una vez hablando de él, para resaltar su enorme categoría: “No sabía que Manuel Machado tenía un hermano”
En la mente de un gato, de John Bradshaw.
Si tiene gato este es un buen libro para conocer mejor a su mascota, aunque tal vez un poco excesivo. El mismo autor ha escrito otro libro para los que prefieren los perros.
El número diez lo dejo en blanco para que pongan en su lugar cualquiera de los míos.

Disfruten en agosto con la lectura. Y en septiembre, y en octubre, y siempre.

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