viernes, 31 de julio de 2015

De toros y fútbol.

Desde hace algún tiempo algunos sectores de la sociedad se han posicionado con firmeza, y hasta con agresividad, en contra de la fiesta de los toros. En vanguardia del movimiento antitaurino están los animalistas, sin duda sinceramente preocupados por el sufrimiento que se causa a las bestias. Pero a ellos se han sumado otros colectivos que sospecho que no sienten ese desasosiego por el bienestar de los animales, sino que se mueven por motivaciones de otra índole. Se trata de eliminar cualquier cosa que “huela” a tradición, que tenga significación “española”, algo que represente signos comunes entre los distintos territorios. Lo mismo sirve la bandera, que la imagen del rey, que el himno, o, en este caso, los toros. De hecho empezaron por eliminar del paisaje los toros de Osborne, y no creo que fuera por motivaciones piadosas hacia los letreros. Los amigos de prohibir y separar siempre encuentran argumentos para justificar su intransigencia.
El caso es, que tal como están las cosas, el porvenir de la tauromaquia se presenta poco halagüeño y parece probable que vaya desapareciendo paulatinamente. Las pasiones que levantaban las corridas en la sociedad durante el siglo XIX y primera mitad del XX, han sido reemplazadas por las que genera el fútbol, y no parece que la tendencia vaya a cambiar. No obstante, hay que decir que en cuanto a aportación a la riqueza del lenguaje cotidiano, no hay color. La afición a los toros ha impregnado el idioma que utilizamos a diario de un modo infinitamente superior al que ha aportado el fútbol. Son pocas y pobres las expresiones que utilizamos habitualmente que tengan su origen en la práctica del balompié. Haciendo un esfuerzo podríamos destacar:
Le metió un gol por la escuadra.
No le mete un gol ni al arco iris.
Salir a por uvas.
Fulano es un crack.
Menuda cantada.
Le ha hecho un desmarque.
Fulano despeja los balones como nadie.
Contra estas contadas locuciones tenemos innumerables señales de la influencia de la fiesta de los toros en el habla común. Para muestra estos botones.
Por un lado están las expresiones que manifiestan sin ambages la referencia taurina:
A ese le gusta ver los toros desde la barrera.
A mí no me torea nadie.
¡Ánimo!, al toro que es una mona.
A toro pasado, cualquiera se hace el valiente.
¡Cuidado!, que nos coge el toro.
Hay que coger el toro por los cuernos.
Ponerse hecho un toro.
Recibir una cornada.
Tener vergüenza torera.
Temerle a alguien más que a un miura.
Ver los toros desde la barrera.
Saber torear un problema.
Hay otras que su origen no se hace tan evidente:
Dar la alternativa (a Fulano).
Dar la puntilla (a Zutano).
Hacer un desplante (a Perengano).
Hacer el paseíllo.
Echar un capote.
Entrar al trapo.
Escurrir el bulto.
Estar hasta la bandera (un recinto).
Dar una espantada, o la espantá.
Hacer una buena faena.
¡Música, maestro!
Ponerse el mundo por montera.
Quedar para el arrastre.
Recibir un revolcón.
Rematar la faena.
Saber torear (un problema).
Ser (algo) de bandera.
Otras, que a lo mejor agradecen una explicación:
A las primeras de cambio.
Hace referencia a los momentos inmediatamente posteriores al cambio del capote de paseo por el de brega.
Atarse bien los machos.
Los machos son las cintas que sirven para ajustar la taleguilla, el pantalón de los toreros. Hay que apretarlos bien para no tener un disgusto durante la lidia. Hace referencia a prepararse a conciencia para enfrentar una situación complicada.
Cambiar de tercio.
Tercios, partes en que se divide la lidia. Cambiar de conversación o de acción.
Cargar la suerte.
Colocarse bien al dar un pase y mandar en el toro. Hace referencia a cuando alguien fuerza la situación para imponerse a otro.
Cortarse la coleta.
Cuando se retiraba un torero se cortaba la coleta en público, primero de verdad y después simbólicamente. Se dice cuando alguien se retira de alguna actividad.
Crecerse en el castigo.
El toro bravo, de buen trapío, al sentir dolor acomete con más fiereza. Hace referencia a los que no se arredran ante las dificultades.
Dar el quiebro.
Quebrar la embestida es evitar el golpe de los pitones con un movimiento ágil, sobre todo en la suerte de banderillas. Esta expresión la ha heredado el fútbol.
Dar largas.
Una larga cambiada es un lance en que el torero mueve la capa con amplitud para darle salida al toro esquivando la embestida. Se usa para expresar que damos excusas para evitar hacer algo que no deseamos.
Estar de capa caída.
Cuando el torero sostiene la capa con los brazos caídos no está en actitud de enfrentarse al toro. Se hace extensivo a cuando alguien está desanimado o indolente, sin ganas de encarar los problemas.
Estar en capilla.
Justo antes de saltar a la plaza, los toreros pasan por la capilla a rezar. Se refiere a cuando alguien se encuentra en un momento inmediato a un hecho importante.
Estos (o aquellos) son de aúpa.
Los de aúpa eran los picadores, por ir encima de los caballos. Se les solía criticar por excederse en su cometido de castigar a los toros con los puyazos. De ahí ha quedado como expresión de ser “de cuidado, de mala condición, violento, desagradable”, según el DRAE.
Pasarse de castaño oscuro.
Se tenía por cierto que el toro de pelaje castaño era siempre de gran bravura y exigía lo mejor del torero. Si se pasaba, si su color era aún más oscuro, se suponía que podía ser muy problemático para el diestro.
En fin, son innumerables las expresiones que utilizamos en nuestras conversaciones diarias:
Dar un puyazo.
En corto y por derecho.
Estar al quite.
Hasta la bola (del estoque).
Ir de farol (tipo de pase por alto).
La hora de la verdad.
La suerte suprema.
No hay quinto malo.
Parar los pies.
Pinchar en hueso.
Primeros espadas.
Salir por la puerta grande.
Ser una figura.
Ser un espontáneo.
Si el tiempo no lo impide.
Hay, por último, las expresiones que hacen referencia concreta a algún torero.
A esta reunión no ha venido ni el Tato.
Antonio Sánchez, “el Tato”, torero sevillano, 1831-1895. Cuentan que en su época de mayor gloria estaba en todos los carteles, no se perdía una corrida, de ahí la expresión, si no estaba “el Tato” era como si no hubiera nadie. El 7 de junio de 1869, al entrar a matar, el toro “Peregrino” le corneó en la pierna, se gangrenó la herida y hubo que amputarla. Según las crónicas no permitió que se le anestesiara y soportó la amputación en vivo y fumándose un puro. Da una idea de la pasión que levantaban en aquella época los toreros que la pierna cortada estuvo expuesta durante años, conservada en alcohol, en el escaparate de una botica madrileña.
Quedar como Cagancho en Almagro.
Joaquín Rodríguez Ortega, “Cagancho”, torero sevillano y gitano,1903-1984. Alternó faenas geniales con alguna tarde nefasta. El 27 de agosto de 1928, en Almagro, en el sexto de la tarde, después de pinchar al toro por todo su cuerpo innumerables veces, le sonaron los tres avisos para devolverlo al corral mientras intentaba matarlo sin salir de la barrera. El torero abandonó la plaza escoltado por la Guardia Civil y hasta tuvo que intervenir un destacamento de Caballería del Ejército para apaciguar la indignación del público. Su actitud provocó una de las mayores broncas que se recuerdan.
Tener más valor que el Guerra.
Rafael Guerra Bejarano, “Guerrita” o “el Guerra”, torero cordobés, 1862-1941. Uno de los grandes de la historia del toreo. Autor de la famosa anécdota con Ortega y Gasset. Cuando le presentaron al hombre de letras le preguntó que a qué se dedicaba y al responder este que era filósofo, el diestro, estupefacto, exclamó: “¡Hay gente pa tó!”.
Hacer el Tancredo.
O hacer de Don Tancredo. Lance taurino que consistía en esperar la salida del toro en mitad del ruedo subido en un pedestal y no mover ni un músculo para no despertar su atención. Generalmente el actuante iba vestido de forma estrafalaria y totalmente pintado de blanco. A pesar de su inmovilismo los Tancredos sufrieron numerosas cogidas. Esta expresión la ha heredado el fútbol para cuando el portero encaja un gol por quedarse quieto.

A toda esta cantidad de expresiones de origen taurino habría que añadir otras muchas que olvido. La profusión de términos da una idea de la enorme importancia social de la fiesta de los toros.    

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