lunes, 11 de septiembre de 2017

El hecho diferencial

Escuché a los sabios más sapientes,
de este país tan plurinacional,
explicar que el “hecho diferencial”,
va en función de donde vive la gente.
Soy tal vez algo duro de mollera
y me costó hallar las diferencias
que al albur del lugar de residencia
obvias resultan para los lumbreras.
Me esforcé con denuedo, con vehemencia,
y examiné con tesón y con templanza
a personas de engañosa semejanza
sospechando que ocultaban diferencias.
Norte, sur, este y oeste visité,
buscando ese atributo desigual
que mostrara el “hecho diferencial”,
hasta que al fin… ¡Eureka, lo encontré!
Consumí casi toda mi energía
investigando con determinación,
pero al final encontré la solución;
y la encontré en la peluquería.
Las grandes diferencias insalvables
parecen ser asuntos provincianos,
del tipo de flequillos chabacanos
o el torvo pelucón del honorable.
En mi mente por fin, la luz se hizo,
sé dónde están las grandes diferencias
que frustran la serena convivencia;
están en los cerebros enfermizos.

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