jueves, 20 de julio de 2017

La Memocracia

La Democracia ha ido derivando muy deprisa hacia la Memocracia, o gobierno de los memos. Desde hace algún tiempo, cuanto más memo es un político más posibilidades tiene de ser elegido por los votantes. Hemos llegado así a una situación en la que el destino de nuestra sociedad está en manos de auténticos memos. ¿Cómo hemos podido alcanzar tan altas cotas de insensatez?
Hay muchas causas de esta deriva, pero una importante tiene su origen en la proliferación de las redes sociales. Todo ser humano debe atravesar la edad del pavo, un periodo ineludible en la evolución de las personas. En esa fase del desarrollo se produce una violenta eclosión de las hormonas que convulsiona la personalidad de los adolescentes y hace que cometan insensateces y digan memeces. Hasta hace unos años todavía, los preceptores, padres y profesores, les corregían y orientaban contribuyendo a que al llegar a la edad adulta, el grado de memez de cada individuo estuviera muy limitado, o incluso, en algunos raros casos, hubiera desaparecido por completo.  Con el surgimiento de las redes sociales, ese positivo encauzamiento de la conducta humana ha desaparecido. Cualquiera puede propalar a los cuatro vientos la mayor insensatez sin que nadie le corrija. El adolescente, no solo no encuentra ninguna objeción a sus disparates, sino que además converge con otros insensatos que jalean sus ocurrencias, y en consecuencia se convence de que está haciendo agudas observaciones. Atraviesa la edad del pavo sin que nadie le ayude a desprenderse de las plumas perniciosas y llega por tanto a la adultez con todo el bagaje repleto de inconsistencias. Se convierte en un adulto memo.
Así es como hemos llegado a la proliferación de adultos memos en lugares influyentes, que no solo dicen y hacen tonterías, sino que además se muestran orgullosos de sus actos y los exhiben sin el menor rubor. Son memos prepotentes convencidos de que están en posesión de la verdad. Son memos peligrosos.

La Memocracia es un sistema perverso que coloca en el vértice de la pirámide a individuos estúpidos ufanos de su estupidez. Siempre ha habido estúpidos en una proporción elevada, pero nunca han gozado de tanto poder como ahora. “La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe”, dice Carlo M. Cipolla; si se instalan en lugares donde sus actuaciones repercuten en toda la sociedad, el peligro se multiplica. Si no se corrige pronto esta deriva, y no es fácil, la sociedad va derecha al desastre. 

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