sábado, 13 de febrero de 2016

Amores de mármol

Rápidamente se enzarzaron en una conversación apresurada mientras se estudiaban mutuamente.
Le había dicho Vicente que era muy joven pero ahora que la observaba de cerca no le parecía tanto. Quizás habría pensado, más bien, que andaba cerca de los treinta. A lo mejor la sensación de más edad la provocaba su físico, le parecía altísima. Todo en ella daba sensación de grande. Mientras hablaba movía las manos con lentitud, como apoyando sus palabras. Eran unas manos larguísimas. Las movía con elegancia, casi como si bailaran.
De entrada le caía bien. Había temido que fuera una mujer mal encarada o de trato tosco, pero a medida que hablaba le iba pareciendo una persona educada, le agradaba su aspecto. Inspiraba cierta confianza. Tal vez no fuera tan mala idea, si era dispuesta para enfrentarse con las tareas de la casa, tal vez pudiera servir.
- ¿Te gustan las faenas de la casa? -preguntó.
- Bueno, tengo tres hermanos y en mi casa siempre he tenido que ocuparme de muchas cosas ayudando a mi madre. Se me da bien. Me gusta mucho cocinar, soy bastante buena cocinera.
- ¿Es que en tu país tampoco los hombres ayudan en casa?, yo creía que eso sólo pasaba en España.
- Creo que eso es universal -dijo la joven riendo-, no creo que haya ningún país en el mundo en que los hombres no intenten dejarnos todas las faenas de la casa a las mujeres. Son unos listos.
- Sí, hija, con tantas reivindicaciones lo que hemos conseguido las mujeres es trabajar dentro y fuera de casa. O sea, el doble que antes.
Irina la observaba mientras hablaba. Le parecía que estaba algo tensa, como un poco a la defensiva. Vicente le había dicho varias veces que se estaba estropeando deprisa, pero no era esa la sensación que apreciaba. Tenía unos bonitos ojos negros que transmitían sinceridad. Quizás las gafas le hacían parecer mayor, pero se veía que era una mujer joven todavía. Le gustaba su voz, limpia y suave. Llevaba el pelo algo descuidado, todo su aspecto en general parecía un poco dejado, pero solo eso, en modo alguno pensaba que estuviese estropeada.

Tan solo creyó adivinar un poso de abandono en su persona. No parecía una mujer feliz. Tampoco era de extrañar, con un marido como el que tenía. Seguramente no se merecía ese trato, parecía una buena persona, franca y confiada.




sábado, 6 de febrero de 2016

Con la che.

Chiquilicuatre chavista,
chocarrero y chamagoso,
chancho fantoche cheposo,
chafandín y chantajista.
Chamán de chabacanadas,
picacho del chalaneo,
chulo, charrán y churriento,
facha ducho en charlotadas,
chisgarabís chuchumeco.