viernes, 4 de septiembre de 2015

La perla de al Ándalus

No podría decirse que con serenidad de espíritu, pero sí que con algo menos de espanto en el ánimo, se encaminaron hacia el campamento.
El viejo Mulud finalmente había juzgado más provechoso para su integridad acatar las órdenes de su jefe inmediato que obedecer al más lejano general por mucho mando que ostentase, así que siguió al grupo y observó toda la escena camuflado entre los árboles. Los jóvenes, en su atolondramiento, pasaron cerca de él al retirarse, sin verlo, y lo que resulta más extraño, sin olerlo. Una vez se hubieron ido, salió el viejo de su escondrijo y se dedicó a inspeccionar el terreno y la falla. No entendía para qué habían colocado aquellas piedras alineadas pero en sus incontables batallas había desarrollado un sentido que se podría calificar como el de la refutación beneficiosa. Lo que pudiera resultar bueno para el contrario forzosamente debía ser malo para uno mismo, y viceversa. Los jóvenes eran sospechosos y por lo tanto culpables; y consecuentemente, contrarios. Si habían colocados las piedras de aquél modo sería por algún oculto interés tendente a beneficiarlos, así que las recogió todas y las trasladó unos pasos a su izquierda. Ese cambio sería malo para ellos y por lo tanto bueno para él y su jefe Alí.   
La noche y el día pasaron como una exhalación. Jamás imaginó Ahmed que el tiempo pudiera ser tan fugaz. El crepúsculo siguiente se presentó con implacable celeridad y un rato después apareció Omar llevando un gran bulto bajo el brazo.
-Vamos -ordenó secamente.
Los dos amigos obedecieron con mansedumbre, como obedece el cordero que va a ser degollado. Siguieron los pasos del capitán y tras ellos, amparado por las sombras y a prudente distancia, se deslizó el viejo Mulud.
Cuando salieron de entre los árboles pudieron disfrutar de un espectáculo ciertamente hermoso. La luna llena iluminaba esplendorosamente la pendiente y esparcía su luz por la serena vaguada que discurría allá abajo. Un airecillo alegre y refrescante entraba desde sus espaldas y se desparramaba ufano por la pendiente.
-Es la noche perfecta -exclamó Omar eufórico.
Inmediatamente desenredó el fardo que portaba y extrajo una vestimenta totalmente recubierta de magníficas plumas. Lo exhibió orgulloso y lo lanzó al aire para mostrar su liviandad.
-Desnúdate completamente -ordenó a Ahmed-, despréndete del sayal que portas e imbúyete en esta excelsa clámide que sería la envidia del mismo Creso. Debes sentirla como si fuera tu propia piel. ¡Es tu propia piel! Las plumas son tus plumas porque eres un zorzal.
Obedeció Ahmed, mostrando a la radiante luna su enteca anatomía y pasó a enfundarse el emplumado atavío. La prenda le quedaba holgada en el ancho y escasa en el largo, dejando expuestas al aire sus magras canillas. 

-¡Perfecto! -exclamó gozoso Omar señalándole las pantorrillas-, ¡eres un pájaro! Hasta las patas son de pájaro. Ahora haz lo que hacen los pájaros. ¡Vuela!

Fragmento de "La perla de Al Ándalus", novela que transcurre en la Qurtuba de principios del siglo XI, un periodo convulso que inició el declive del Califato.

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La opinión de lectores
7 de 7 personas piensan que la opinión es útil
5.0 de un máximo de 5 estrellas Me ha encantado. 26 de noviembre de 2012
Por Elisa
Formato:Versión Kindle|Compra verificada
Una gran novela, narra las aventuras de un joven que se ve atrapado en un mundo que se desmorona a su alrededor. A principios del siglo XI, el califato de Córdoba está inmerso en una guerra entre facciones rivales y toda la sociedad se ve arrastrada por ese ambiente de violencia y división. La novela tiene un ritmo muy vivo que enseguida te atrapa, está muy bien escrita, tiene acción, aventura, amor y humor. Me ha encantado.
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LA PERLA DE AL ÁNDALUS de [Molinos, Luis]

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