domingo, 22 de febrero de 2015

Lo que no voy a votar

Llevo algún tiempo leyendo apasionados alegatos de conciudadanos que me dicen, sin yo haberles preguntado, que van a votar a Podemos. Como ya estoy harto de que me digan una y otra vez lo que van a votar, voy a decirles por lo menos una vez, lo que yo no voy a votar.
No voy a votar a Podemos; y no porque sus dirigentes hayan hecho trampas con las becas, o hayan intentado defraudar a Hacienda, o hayan falseado sus currículos, o les paguen a sus empleados una miseria y en negro. Al fin y al cabo esos mezquinos comportamientos son consustanciales al ser humano, se pueden encontrar en todo hijo de vecino y se logran corregir con un poco de buena voluntad.
No voy a votar a Podemos, sobre todo, porque sus dirigentes son comunistas estalinistas, y por lo tanto totalitarios y liberticidas. Y los convencimientos ideológicos no se corrigen con buena voluntad, simplemente no se corrigen porque el que los tiene siente que está en posesión de la verdad. Los totalitarismos populistas provocaron millones de muertos, destierros, encierros en campos de concentración, hambre y sufrimiento a cualquier sospechoso de no adorar al líder supremo. Y sus rancias ideas siguen provocando el mismo padecimiento en otros países donde se cultiva el culto al líder. La Democracia es un sistema imperfecto pero es el menos malo de todos los sistemas. Tiene muchos defectos, entre ellos el permitir que los que no creen en sus bondades se aprovechen de sus debilidades para alcanzar el poder y desde él fulminarlo. Cuando se instala un régimen totalitario las idealistas asambleas participativas se convierten inmediatamente en multitudinarias aclamaciones por unanimidad, y ¡Ay del que se salga de la fila! Ya pasó en el siglo XX en naciones tan poderosas e influyentes a nivel mundial que desataron la terrible guerra que asoló a la humanidad, y está pasando en nuestro días en varios países, por fortuna con menos influencia o capacidad para provocar un desastre global. Pero si se siguen extendiendo se repetirán las mismas desgracias. La Democracia no tiene apellidos, aquí tuvimos una “orgánica”, y en Rusia una “del pueblo”. Los que molestan son inmediatamente acusados de “enemigos del pueblo”, y encerrados, torturados y ajusticiados. ¿Y quién es el pueblo? El líder supremo. Eso está pasando ahora mismo.
La Democracia, si no establece los controles adecuados, permite la corrupción. El régimen totalitario la multiplica por mil porque carece de esos controles. Con la Democracia la voluntad de los ciudadanos se puede expresar cada tres o cuatro años. En un régimen totalitario no se expresa nunca. Al dirigente de una Democracia se le puede cambiar cada cierto tiempo, a un líder supremo hay que matarlo o esperar a que se muera. ¿Hay que poner ejemplos?      
No voy a votar a Podemos, además, porque sus dirigentes no me merecen la menor credibilidad. ¿Qué han hecho hasta ahora para que yo pueda pensar que tienen la capacidad y los conocimientos para solucionar los problemas del país? ¿Han conseguido algún logro en sus vidas personales que permitan pensar que van a resolver las de millones de sus congéneres? ¿Llevan algún tiempo proponiendo soluciones, aportando ideas brillantes, demostrando con hechos que son capaces de gestionar un país? ¿Han hecho algo más que criticar e insultar? ¿O tengo que hacer un ejercicio de fe? Alguien toca la flauta y todos detrás a ahogarse en el río. ¿O de lo que se trata es tan solo de “que se jodan los de ahora”? Eso está bien, si me duele una muela y el dentista me hace daño, me tiro por un barranco y que se joda el dentista.

Ya llevo un rato explicando por qué no voy a votar a Podemos y no sé para qué. No los voy a votar porque no me da la gana y punto. Todavía me puedo permitir ese lujo.  

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