martes, 20 de mayo de 2014


En el mes de mayo de 1520 se produjo la matanza del Templo Mayor de Tenochtitlan.
 
Los mexicas quieren la fiesta de Huitzilopochtli, van a ver a Motecuhzoma y le dejan la petición. Motecuhzoma habla con Tonatiuh El Sol, le dice, ha llegado la fiesta de nuestro dios, quieren subirlo al templo, harán incensaciones, bailarán, cantarán, un poco de ruido, eso será todo. El Sol dice, está bien, el español quiere ver la fiesta, quiere ver en qué forma se festeja. Ya las mujeres se ponen a moler la semilla de chicalote, las mujeres que ayunan todo un año, muelen las semillas en el patio del Templo. Al caer la tarde comienzan a dar forma humana al cuerpo de Huitzilopochtli. Lo hacen con la semilla de bledos de chicalote, lo van haciendo. Lo ponen sobre un armazón de varas y lo sujetan con espinas. Ya van componiendo la figura. Ya han compuesto la figura. Ahora lo empluman, le ponen el tocado mágico de plumas de colibrí, le pintan la cara, le pintan los ojos, le colocan sus orejas de turquesas, de ellas cuelgan anillos de oro. Le incrustan la nariz hecha de oro, de ella cuelgan anillos de oro. Le ponen al cuello el aderezo de plumas de papagayo amarillo, lo cubren con su manta en forma de hojas de ortiga, le ponen el chaleco y el paño de color azul cielo en la cintura. En la espalda lleva la bandera color sangre, la bandera teñida de sangre. Le colocan el escudo adornado con plumas finas de águila, el escudo teñido de sangre. Al igual que la bandera, está teñido de sangre. Lo preparan durante toda la noche. Vienen los guerreros jóvenes, los más bravos guerreros se sientan alrededor, esperan al alba.

Cuando va a amanecer, los que han hecho voto de ayuno, los que han ayunado durante un año, le descubren la cara, lo inciensan, le colocan delante toda clase de ofrendas. Le ofrecen semilla de bledos apelmazada y comida humana.

Todos están en el patio del templo, allí están todos reunidos, los guerreros jóvenes están reunidos en el patio. Se inicia la música, ya suenan las flautas, suenan los caracoles, suenan los tambores, los teponastles. Se inicia el canto y la danza del culebreo.

Los que han ayunado una veintena, los que han ayunado un año, van al frente, presiden la danza. Los que han ayunado un año son venerados, ellos son los hermanos de Huitzilopochtli. Va guiando el baile Cuatlázol, de Tolnáhuac. Ahí van los grandes capitanes, ahí van los más valientes. Van los guerreros águilas, van los guerreros tigres. Detrás van los jóvenes, los que no han hecho prisioneros, son los que llevan el mechón largo. Ahí van también los que han hecho prisioneros con ayuda ajena. Van los guerreros jóvenes que ya hicieron un cautivo. Van bailando todos los guerreros.

Los españoles los miran, los españoles los están mirando. ¿Qué están pensando? Han cerrado las puertas, han cerrado todas las entradas. La entrada del Águila, la de Acatl Iyacapan, la de Tezcacoac, todas están cerradas, ya nadie puede salir. Los españoles entran al Patio Sagrado con sus espadas de hierro, con sus escudos de hierro, con sus cascos de hierro. Rodean a los danzantes, rodean a los músicos, de repente inician la matanza. De un tajo cortan los brazos del que toca los atabales, de otro tajo le cercenan la cabeza, ya rueda su cabeza. Ávidamente se lanzan sobre los guerreros, hunden sus espaldas, sajan, cortan cabezas, cortan brazos, brota la sangre de los cuerpos jóvenes. El suelo del patio es una charca de sangre joven. Los hombres corren, intentan ponerse a salvo, buscan las salidas. No pueden, las salidas han sido cerradas, las espadas de hierro los alcanzan, se hunden en sus cuerpos, desparraman sus entrañas, la sangre es un manantial desbordado.

Uno tras otro, han muerto los capitanes. Uno tras otro, han muerto los mejores guerreros. Todos han muerto.  
Con el alma entre los dientes: De Tenochtitlán a Cajamarca
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