La pregunta le sonó impertinente. ¿Qué
le importaba a aquel viejo andrajoso lo que estaba haciendo allí? Pensó
inventarse cualquier historia. Estaba haciendo turismo, conociendo el país,
recorriendo las playas, buscando lugares para fotografiar, investigando los
sitios donde hubiera buena pesca, estudiando las aves marinas, mil cosas.
Cualquier historia le iba a parecer bien a aquel vejestorio medio cegato. ¿Cómo
le iba a contar el motivo que le había llevado hasta allí?
- Verás, esta torre la he estado
viendo en sueños durante muchos meses –se sorprendió al oír sus propias
palabras y al mismo tiempo lo encontró divertido, decidió contarle todo, total,
el viejo no se iba a enterar-. Llevo meses soñando cada noche con esta playa,
exactamente con esta misma playa que nunca antes había pisado. Lo creas o no,
lo cierto es que llevo viendo este lugar, mientras duermo, desde hace mucho
tiempo. Cada noche se me reproduce la visión de esta ensenada, y como jamás
había estado aquí, pensaba que no existía. Hace un par de días, paseando por
Madrid, vi por casualidad un póster de propaganda que reproducía exactamente el
paisaje de mis sueños y puedes imaginarte mi asombro al descubrir que este
lugar era real. Intenté averiguar dónde se hallaba y tuve suerte porque tropecé
con un hombre que era de la zona, un paisano tuyo, a lo mejor hasta lo conoces,
trabaja en la Embajada de Marruecos en Madrid, no me dijo su nombre pero me
contó que se había bañado muchas veces en estas aguas. Es un tipo de expresión
fosca pero amable en el fondo. Me indicó con exactitud cómo llegar hasta aquí. Me
monté en la moto y me vine derecho, he llegado muy bien, sin problemas. Quería
estar en el lugar de mis sueños. De mis sueños… Nunca se habrá dicho esa frase
con mayor juicio.
El hombre había escuchado la larga
parrafada con atención, como si se estuviera enterando. Se pasó la mano por la
cara, miró a su alrededor y dijo:
- Esta torre más vieja, más. ¡Antigua!
- Eso parece, sí, estas atalayas de
vigilancia se construían para proteger el territorio de los invasores y de los
piratas. Supongo que será de la Edad Media.
- ¿Media?, no, más vieja, más. Esta
torre guarda secreto.
Santiago lo miró con gesto de
extrañeza. “Ven”, dijo el viejo y lo llevó hasta el otro extremo del recinto.
Le mostró una oquedad en la pared del muro en la que podría esconderse una
persona agachada. Le explicó que la había descubierto él gracias a una de sus
cabras, “¡ésta!”, y le señaló concretamente a la responsable. El animal había
estado comiendo yerbas alrededor de una piedra que desplazó con la testuz. Al
ver que se podía mover, él la extrajo totalmente y descubrió que detrás estaba
hueco. Era una alacena que guardaba unas armas, utensilios de cocina,
herramientas, y tres libros grandes, “¡antiguos!”. Le contó el hallazgo a un
primo suyo que vive en Tánger, un hombre muy sabio, un ulema, El Hach Sidi
Amselam, hijo de una prima. Vino enseguida a verlo, se entusiasmó con el
descubrimiento, y le dio un buen dinero por el lote. Lo que más le gustó fueron
los libros. Los estuvo hojeando delante de él y dijo que uno de ellos estaba
escrito por un prisionero que había estado recluido en el torreón hacía muchos
años. Un hombre que había venido de España, de un pueblo llamado Denia.
Fragmento de "El salto del caballo verde", novela que transita entre 1609, año de la expulsión de los moriscos del Reino de Valencia, y la actualidad.
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