miércoles, 22 de enero de 2014

Los libros de Alejandría


Cuando alcanzaron la nave, un grupo de hombres estaba intentando descargar uno de los bloques de mármol ayudándose de varias mulas. Bías llamó al capitán y este bajó inmediatamente.

- Amigo Artidón -dijo el joven-, este hombre que me acompaña es el sabio maestro Estridón de Nicea, que ha querido venir a darte las gracias personalmente por tu regalo para la biblioteca del Museo.

El capitán se sentía muy halagado por la presencia de tan ilustre personaje y no cesaba de hacer reverencias para demostrar su agradecimiento. 

- ¿Entonces, eres el dueño de este barco? -preguntó Estridón.

- Así es, señor, lo compré hace diez años a un armador de Frigia y desde ese día no he dejado de navegar por estos mares.

- ¿Sabes si ese frigio fue el constructor?

- No señor, me dijo que él se lo había comprado a un rico medo algún tiempo antes.

- ¿Cuántos años calculas que tiene tu embarcación?

- El vendedor frigio me aseguró que tenía dos años pero yo le calculo alguno más.

- No te la pienso comprar -dijo Estridón-. Dime lo que calculas de verdad.

- Cuando la compré no tendría menos de quince años.

- ¿Sabes algo de ese medo?

- No señor, nada me dijeron.

- ¿Tienes idea de dónde se construyó tu nave?

- Pues eso sí me lo dijo. Me aseguró que lo fabricaron en el puerto de Sidón con ricas maderas traídas del este. Sí. Es más, ahora recuerdo que me dijo que el constructor fue un hombre de mucha edad y enormes conocimientos. Me aseguró que entendía tanto de barcos como de estrellas. Sí, me dijo que había sido construido por un sabio -quedó un momento pensativo mirando el horizonte-. Sí, eso dijo. Son cosas que se dicen cuando se quiere vender algo. Yo no le hice mucho caso. 

- ¿Es un buen barco?

- En verdad, no tengo grandes quejas de él. Fue capaz de salir ileso de fuertes tormentas. Recuerdo una en el golfo de Siracusa..., y otra en las costas de Creta..., con olas de más de treinta pies. ¡Qué digo treinta!, ¡cincuenta al menos! Nos pasaba el mar por encima una y otra vez. Creí que no lo contaba. Toda la carga se fue al fondo y tres marineros también, pero el barco aguantó las embestidas y salió indemne. Cuando ya parecía que se iba a pique, totalmente escorado -decía acompañándose de las manos, para indicar la inclinación de la nave-, así, así, cuando ya estábamos resignados a morir, lograba otra vez saltar sobre las olas. Así estuvimos durante varias horas hasta que conseguimos superar la tormenta. Sí, hay que convenir que es una nave muy marinera. También las de mis hermanos, ¿eh?, ellos me contaron avatares semejantes y también los superaron con éxito.   

- ¿Las de tus hermanos son iguales a ésta?

- ¡Exactas!, se construyeron al tiempo y con los mismos planos. Tienen exactamente las mismas medidas y son igual de marineras. Sí, son buenos barcos.

- ¿Vienen tus hermanos por este puerto?

- Alguna vez vinieron y alguna otra vez vendrán si tienen carga para aquí.

- ¿Recuerdas alguna otra cosa que te contaran de ese constructor?

Artidón se tomó su tiempo. Mirando al cielo con un rictus de ignorancia y rascándose la barba con energía estuvo un rato en actitud de pensar.

- La verdad es que no -dijo al fin.

Pensando Estridón que ya no había más que indagar se despidió del capitán y volvieron sobre sus pasos.

Ya se alejaban entre la muchedumbre que abarrotaba el muelle cuando oyeron de nuevo la voz de Artidón que les llamaba,

- ¡Ah sí! -gritó-, ¡ahora recuerdo otra cosa! Me dijo el frigio aquél que ese constructor sabio tenía mucho más de cien años cuando hizo los barcos. Pero claro -concluyó haciendo un gesto de incredulidad con la mano-, son cosas que se dicen cuando se quiere vender algo.

Fragmento de "Los libros de Alejandría", novela sobre la famosa biblioteca de Alejandría que está disponible en formato de ebook y en papel en Amazon.


https://www.amazon.es/LOS-LIBROS-ALEJANDR%C3%8DA-Luis-Molinos-ebook/dp/B008YGFNVS/ref=sr_1_6?ie=UTF8&qid=1499613044&sr=8-6&keywords=luis+molinos

LOS LIBROS DE ALEJANDRÍA de [Molinos, Luis]

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